río de janeiro - La selección rusa que dirige Fabio Capello examinará, mañana en el estadio de Maracaná, a Bélgica, la aspirante que más expectativas despierta, que debe confirmar en su partido más complicado si está preparada para dar el salto.
El conjunto de Marc Wilmots es señalado por la mayoría como el equipo que se puede meter entre los favoritos tradicionales en la lucha por el título. Bélgica, por fin, parece haber encontrado a sus nuevos diablos rojos. Si en los setenta fue capaz de ahogar a sus rivales con un estilo que le llevaba a tirar la línea del fuera de juego hasta el centro del campo y, una década después, encontró otra generación dorada comandada por el talento de Enzo Scifo, ahora se siente preparada para volver a lo grande a la escena mundial.
Cuenta con suficientes argumentos. Tiene al portero más en forma del mundo, Thibout Courtois, decisivo en las últimas conquistas del Atlético, y un puñado de jugadores curtidos en el fútbol inglés, con suficiente experiencia para aspirar a salir como favoritos en cualquier combate.
En Rusia, mientras, el debate está en la portería después de que el empate ante Corea del Sur tuviese como protagonista al guardameta Igor Akinfeev, al que se le escapó un balón que podía haber atrapado con facilidad. Capello ha salido en defensa del portero y no lo quiere señalar relegándole al banquillo, porque los problemas de la selección rusa no están sólo en la meta, sino en la indefinición de su juego, demasiado intermitente. En su segundo partido Alan Dzagoev, un proyecto de estrella que puede quedarse en el camino, podría entrar en el once inicial, porque su salida al campo contra los coreanos fue vital para dinamizar al equipo, como la del exsevillista Alexander Kerzhakov, el oportunista goleador que, tras lograr el tanto del empate ha igualado a Vladimir Beschastnyk como máximo artillero del conjunto ruso (26). - O.G.