Diez colores, diez relatos. Abre la publicación Crema porque, de hecho, fue el primero en ser creado hace ya unos años. “Estaba buscando piso en aquel momento y, dentro del agobio que llevaba, me puse a escribir”, recuerda con una sonrisa Verónica García-Peña. Lo cierra Negro, “porque supe cuando llegué a ese color que tenía que terminar”, describe la escritora, socióloga y periodista alavesa. Así se construye El carácter peculiar de algunas cosas (Uve Books), una obra llevada a cabo con tiempo, a lo largo de años. “No es un libro buscado como tal desde el principio. Es parte de su magia. Al estar escrito con tiempo, desde diferentes experiencias, es más redondo. No ha habido prisa por publicar ni agobios por sacarlo. Es un experimento”.
De hecho, la autora de Okondo explica que el público se va a encontrar con una propuesta “original y diferente”. Así, “los colores muestran cómo lo cotidiano puede transformarse en algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Un paseo por un espigón puede dar lugar a una sensación de estar atrapado y a pensar en el tiempo y en las decisiones que has tomado”. Se presentan “relatos pequeños pero cada uno de ellos guarda un misterio”. Por eso, a García-Peña le cuesta desvelar detalles ya que van a estropear la lectura del libro.
Hilo conductor
Con todo, como explica la autora, “la mayoría de los relatos, independientemente del color, tratan de esa sensación que tenemos, sobre todo en este mundo actual, de estar atrapados, de querer salir del lugar que sea, cada uno del mundo en el que está, ya sea el laboral, el amoroso, el de la familia o el de una situación concreta o de un lugar”. En muchos casos, se presentan personajes que quieren escapar “pero no saben cómo hacerlo”.
“La mayoría de los relatos tratan de esa sensación que tenemos, sobre todo en este mundo actual, de estar atrapados”
Según relata, “los personajes que van saliendo son muy diferentes, pero comparten esa idea de huida, de querer escapar, cada uno dentro de sus circunstancias. Otra cosa es si lo consiguen o no”. Eso ya es una cuestión que tendrán que descubrir quienes se asomen a estas páginas. Por de pronto, ella avanza que “hay relatos con mucha luz, con mucha esperanza en algunos casos, aunque luego hay finales... y finales”. No falta el humor negro, la reflexión y la música. “Los relatos se sienten pero también se oyen, en el sentido de que a mí, como me gusta mucho la música, he metido canciones o las sensaciones que esos temas producen. A veces de una manera muy explícita y otras no tanto. Hay quien me ha dicho que algún relato parece una partitura”.
Sorprender
Con todos estos y otros elementos se va dando forma y fondo a un libro que “es muy sorprendente; la gente no se espera lo que lee”, también porque las ideas preconcebidas que se asocian a cada color pueden despistar. “Hay que desaprender las ideas básicas que tenemos sobre los colores y lo que significan”. Pasa con el relato Rosa. “Es uno de los que más está gustando porque a la gente le recuerda a Patricia Highsmith, le recuerda la idea de transformar lo cotidiano en algo extraño y perturbador. Para mí es un elogio”.
Aunque cada historia es única y diferente, otro de los hilos que cruzan la publicación tiene que ver con los recuerdos. “Es algo que atraviesa todo el libro, el pensamiento de cuáles son los recuerdos más importantes, si los vividos o los que nunca hemos vivido aunque tengamos la sensación de que sí. De qué nos arrepentimos más, de lo que hacemos o de lo que no. Esas ideas están en el libro y los lectores es posible que después de cada relato reflexionen sobre ellas. Las preguntas están”.
Así lo explica una autora que aunque hasta ahora se ha desenvuelto sobre todo en la novela, también ha trabajado el relato. “Todo es escribir, pero el formato influye. El relato es más difícil porque tienes que ser capaz de dominar mejor lo que es la elipsis. Debes tener una técnica más depurada. Tienes que contar todo de una manera mucho más exacta”.