El viernes les tocará abrir la noche a 3 From Hell. El sábado será el turno para Howlin’ Ramblers. Ambos días la gran protagonista en Hell Dorado será La Perra Blanco. El escenario de la calle Venta de la Estrella se preparada para reencontrarse con una artista que en sus últimas visitas a tierras alavesas siempre ha dejado conciertos inolvidables y ha atraído a un numeroso público.
No es nada habitual que una banda o artista haga dos noches seguidas en Hell Dorado...
–Es que parece que os gusto (risas). Siempre que he ido a Vitoria la respuesta ha sido muy buena y la última vez que estuve en Hell Dorado se vendió todo en muy poco tiempo. Hacer dos noches es una manera de intentar satisfacer a esa demanda. Además, es super cómodo, porque el primer día lo dejas yo todo montado (risas). Bueno, y que me encanta salir a correr por Vitoria. Tengo hasta planeado el itinerario, así que imagina...
Además, parece que su propuesta musical está hecha justo para un sitio como el particular infierno de la capital alavesa.
–(Risas) Sí, la verdad es que tenemos una conexión especial. A Juan Uriarte le tengo muchísimo cariño. Y con el público, en general de Euskadi, siempre tenemos una conexión especial. Hell Dorado es uno de esos sitios a los que tienes que ir, como una de esas iglesias a la que todos a los que nos gusta esta música acudimos sí o sí.
Conciertos en los que seguirá teniendo un peso específico su último disco, ‘Get It Out’, ¿verdad?
–Eso es. Sí, estamos haciendo algunas cosas nuevas pero ya habrá tiempo de hablar y mostrar eso cuando toque. De todas formas, en este último año desde que salió el álbum hemos actuado un montón y esta vuelta a Hell Dorado va a ser diferente a cuando estuvimos la última vez. Lo que sí tengo claro es que van a ser dos conciertos divertidos.
Lo cierto es que el disco ha funcionado muy bien...
–Sí, sí. Incluso me ha sorprendido la camino que nos ha hecho coger este disco. Nos ha hecho salirnos un poco del sonido que teníamos antes, que quizá era demasiado clásico. Y nos ha abierto mucho las puertas a los sonidos negros. A nivel de salas y de festivales, ha funcionado muy, muy bien. La gente ha conectado de una manera espectacular.
Sin parar de actuar
Lo cierto es que lleva unos últimos años que no para de girar.
–No te creas que me estreso mucho, que ahora llevo unas semanitas de vacaciones (risas). En este tipo de trabajos ya sabes cómo son las cosas, que vienen temporadas en las que no puedes parar ni un segundo, en las que todo el trabajo se junta, y, después, todo se para. Las cosas son así. A veces puede ser complicado gestionar eso, ese exceso de trabajo ahora y esa angustia por tener tanto tiempo libre después. Parece que no puede haber equilibrio. Este es un curro un tanto desquiciante y hay que aprender a llevarlo.
¿Pero en 2025 volverá al estudio o el directo manda?
–Habrá bolos, por supuesto. Pero bueno, yo siempre estoy componiendo y nunca sabes.
Lo decía porque llegan meses de festivales y La Perra Blanco se ha convertido en un fijo de muchos carteles.
–Sí, ahora mismo somos como una de las atracciones más buscadas, como el Gusano Loco de los festivales (risas). Yo estoy encantada. Es que nos pasan cosas muy llamativas como, por ejemplo, lo que nos llaman desde el País Vasco. El año pasado nos llamaron tanto que tuvimos que decir: espera, espera, que no podemos tocar tanto en el mismo sitio. Pero es que la gente siempre quiere más y yo, qué quieres que te diga, me siento muy agradecida y querida. De todas formas, hay que hacer las cosas con cabeza.
El truco
¿Dónde está la fórmula, teniendo en cuenta que Alba Blanco no hace, precisamente, lo que parece que está de moda?
–Quizás es un poco eso, el hacer algo distinto a lo que está de moda. Yo nunca he tenido ninguna pretensión de hacer nada nuevo. Sé que no voy a inventar nada nuevo porque ya está todo hecho, especialmente en lo que a mí me gusta. Tal vez, esa forma de hacer la música un tanto humilde está conectando. Lo que yo hago ya lo ha hecho un montón de gente antes. Y ni soy norteamericana, ni negra ni he nacido en los años 30 del siglo pasado. Sabiendo eso, yo lo que hago es tomar ese punto de partida y, en 2025, crear desde mí para seguir sumando a la escena que me gusta. Además, llevo a unos músicos que son fantásticos, una puta locura. Sin su apoyo, mi show sería muchísimo menos de lo que es. A partir de ahí, yo a los conciertos voy a pasármelo bien y no comerme mucho más la cabeza. Ese es el planteamiento de lo que hago.
Lo cierto es que los conciertos de La Perra Blanco son de los de sudar la gota gorda, no para quieta ni un segundo.
–(Risas) Desde que llevo pantalones de pana ni te cuento lo que sudo. Siempre bromeo con los músicos que me tengo que contar las calorías que pierdo en cada actuación. No creas, que ya me produce curiosidad. Hay mañanas después de un bolo que me levanto como si fuera un fantasma (risas).