A raíz del movimiento #MeToo, en la industria audiovisual norteamericana empezó a aparecer la coordinación de intimidad en los rodajes, una labor que ha cruzado el Atlántico y que, de hecho, cada vez está más presente. Un claro ejemplo de ello son Tábata Cerezo y Lucía Delgado, fundadoras de IntimAct, empresa pionera en España cuyo crecimiento ha hecho, por ejemplo, que además de su presencia en Madrid, Barcelona y Lisboa, se haya tenido que abrir una sucursal en Bilbao. Este miércoles, Cerezo acude a la Fundación San Prudencio para ofrecer una clase magistral en la capital alavesa dentro del programa de formación que impulsa Apika (Asociación de Productores Audiovisuales Independientes de Álava) con el apoyo de la Diputación, el Gobierno Vasco y Zineuskadi.

A la ciudadanía en general, que también es parte del cine como espectadora, ¿cómo le explicamos qué es esto de la intimidad en los rodajes? 

–Todo el mundo sabe que el cine es mentira y que cuando hay, por ejemplo, escenas de violencia y acción, se entiende que siempre hay una persona especializada en llevar a cabo ese contenido para que parezca realista por cámara sin que lo sea y sin que nadie se haga daño. Nuestro trabajo es muy similar pero aplicado a las escenas de sexo, aunque no únicamente a ellas. Lo que tratamos es de construir una red de seguridad para que los intérpretes puedan enfrentarse a este contenido sin sentir vulnerada su intimidad personal ni por contacto genital real ni por otras cuestiones. Se trata de encontrar una coreografía y una planificación para estas escenas. 

Pero algo habría antes... 

–La problemática a la que nos enfrentábamos antes era que en el cine todo estaba planificado salvo cuando se llegaba a las escenas de sexo. Ahí nadie sabía nada, qué se iba a hacer. Se improvisaba mucho, el equipo técnico estaba muy perdido, no había canales de comunicación claros... Nosotras venimos a llenar ese vacío, a ser unas técnicas especializadas en la aproximación de este contenido y en la protección del consentimiento de los artistas.

Tábata Cerezo Cedida

Pero parece complicado de entender esa improvisación teniendo en cuenta que las escenas de sexo o intimidad en cine y televisión son habituales.

–Casi siempre que trabajamos nos encontramos con directores y actores que nos dicen: ¡pero cómo hemos llegado hasta aquí sin saber hacer estas escenas así! Una de las cosas que más destacamos es que, muchas veces, por no saber cómo afrontar una escena a nivel técnico, se presentan resultados que parecen vídeoclips, es decir, momentos muy desconectados de la narración. Tenemos que pensar para qué está esta escena aquí, qué queremos contar, cómo... Frente a eso, nos encontramos, como te decía, con vídeoclips estéticos en los que siempre se repiten las mismas acciones. Seguro que muchas veces has visto a actrices tapándose con una sábana de manera super artificial. Ese tipo de cosas empobrecen mucho la narración. No ha sido siempre así, cuidado, no quiero generalizar. Pero es verdad que existe un vacío.

Prejuicios

Seguro que alguien dirá que esto es una forma de censurar. 

–Nos pasa mucho. Pero nuestro trabajo, por sí mismo, demuestra lo contrario. La coordinación de intimidad aparece en 2018 y tiene mucho recorrido en la industria porque salen producciones como Normal People, Euphoria, The Deuce... que tienen mucho éxito, que son muy explícitas y que elevan mucho la calidad. Lo que consigue la coordinación de intimidad es posibilitar que se haga un contenido sexual sin problema. Pasa así porque la coordinación hace que esas escenas se rueden de manera segura, con el reparto y el equipo técnico sintiéndose tranquilo... No hay censura, hay enriquecimiento del contenido en general.

¿Qué le gustaría que la gente que acuda a la formación que va a dar en Vitoria sacase en claro? 

–Que entienda que es una figura que viene a sumar tranquilidad, eficiencia, libertad y creatividad. La coordinación de intimidad no viene a censurar. No somos unas policías del sexo en los rodajes. La intimidad es un elemento narrativo muy importante pero también muy desaprovechado.

Seguro que cuando pusieron la empresa en marcha hubo que llamar y mucho a no pocas puertas. ¿Ahora ya los rodajes acuden a ustedes? 

–Sí, ahora nos llaman mucho, de hecho. Llevamos solo tres años y en ese tiempo hemos pasado de tener que explicar cada vez lo que hacemos a no parar de trabajar. Las experiencias han sido muy buenas y esto se ha normalizado mucho en la industria. Solo nosotras en tres años llevamos 50 producciones. Nuestras compañeras, están en números similares. Hay muchas productoras y directores que, además, repiten. Es que hacía falta y la industria ha visto que esto suma y ayuda

Los orígenes

Es una figura que viene de Estados Unidos, ¿verdad? 

–Eso es. Nace a raíz del #MeToo porque ahí se ve que había una necesidad de proteger el consentimiento de los intérpretes. Ahí fue cuando compañeras de Estados Unidos e Inglaterra empiezan a hacer puente con la técnica de coordinación de acción y empiezan a usar esas mismas estrategias para las escenas de sexo. Con la llegada de las plataformas a otros países, incluyendo España, se ve que en estos lugares también es necesaria la coordinación de intimidad. Por supuesto, hemos tenido que hacer un trabajo de adaptación del rol porque nuestra industria es distinta a la estadounidense, también nuestra cultura con la intimidad.

Al final la cuestión es que el trabajo sea seguro, ¿verdad? 

–Eso es. Que una escena sea muy explícita no es ni bueno ni malo, siempre que haya cuerpos cómodos y que consienten, y que todo tenga un sentido narrativo, que sirvan para contar historias, que es de lo que va el cine.