La decimotercera edición del ciclo de cámara que acoge el Conservatorio Jesús Guridi entra este mes en su recta final. De hecho, este domingo vive su penúltimo encuentro de este año, de nuevo recibiendo en su ciudad a un músico cuyo nombre y trayectoria han crecido lejos de casa. Desde hace ya tiempo, el camino vital y profesional de Ander Perrino discurre desde Berlín, aunque el contrabajista, con diferentes proyectos, suele encontrar hueco de vez en cuando para actuar en la capital alavesa. Así va a suceder en esta ocasión.
La cita, como es habitual en este programa, se va a producir a partir de las 12.00 horas, quedando todavía alguna entrada a la venta. “La sensación de volver al conservatorio, de entrar en el aula magna y salir a tocar, es la misma hoy que hace 20 años cuando estaba allí haciendo el Grado Medio. A mí me encanta regresar, supone tocar en casa”, comenta el contrabajista, que contará con la presencia sobre el escenario del pianista Jarkko Riihimaki.
Con Lorca en el programa
Ambos intérpretes han diseñado una propuesta que, en su primera parte, tendrá como referencia el disco Double Bass, publicado a finales del año pasado por el sello IBS. Así, el público podrá escuchar una pieza de Frantisek Hertl que “tiene muchos colores, es muy expresiva. Parece a veces que tiene algo de música de cine, por así decirlo”, apunta el músico.
También se compartirá Polku, creación del propio Riihimaki, una composición que “él escribió para mí” y en la que el tango, el jazz y la música latina dejan su huella. Además, quienes asistan al recital vivirán algo único puesto que la de este domingo va a ser la segunda vez que Perrino interprete Sonata para contrabajo y piano de Sofia Gubaidulina. “A mí me dieron un premio con esta obra en San Petersburgo hace unos cuantos años”, aunque “al ser una obra más contemporánea, los programadores suelen arrugar un poco el morro ante ella. Pero es brutal, espectacular”.
En la parte final, “tocaremos una suite de Lorca. En su momento, él fue recopilando canciones que la gente cantaba en la calle. Son temas que para mí son muy familiares porque mis abuelos eran andaluces”. Son piezas que Perrino pasa por su filtro para rendir “un pequeño homenaje a esa parte familiar”.
Un sonido propio
Se va a configurar así un programa variado con el que Perrino también quiere mostrar otra cara de su instrumento. “Hay cosas bonitas para el contrabajo que son un poco pastelón, cosas de Bottesini, que es lo que casi todo el mundo toca. Yo he decidido buscar mi propio camino para presentar obras que muestren una cara del contrabajo que no es la que se conocía antes. El contrabajo es un instrumento muy peculiar, además muy ligado a la música popular, al jazz y a otros estilos. Quiero potenciar más ese lado”.
En este sentido, el contrabajista principal de la Deutsches Symphonie-Orchester comenta que “mi esencia es la música clásica; es, además, con ella como me gano la vida”, pero eso no supone centrarse solo en ella. “Cuando voy por la calle me pongo Mozart pero también Rubén Blades, Yupanqui, Santaolalla… Tengo un interés enorme por todo lo que viene de Latinoamérica”, lo que también se traslada a los diferentes proyectos musicales que ha desarrollado a lo largo de los años.