Hoy la cita es de nuevo a las ocho de la tarde. Viene siendo así desde el día 10. Seguirá sucediendo igual hasta, por lo menos, la última jornada de este mes de agosto. Minutos antes de la hora indicada, las puertas del teatro de la calle Pintorería 39 se abren para acoger al numeroso público que tiene su entrada ya asegurada. El acceso a la sede de Ortzai siempre tiene un aire especial. Este año también. La decimocuarta edición del ciclo Clásicos de Verano está en marcha y el trabajo entre estas paredes es continuo, infatigable, apasionado y colectivo para que La venganza de don Mendo sea fiel a su encuentro con la capital alavesa.
Cada 24 horas, risas, miradas cómplices y aplausos se agolpan en el particular patio de butacas de la casa de la compañía gasteiztarra (se pueden reservar los pases a través del 640 337 244). Hay incluso quien repite este mismo verano. Muchas de las caras presentes son habituales de otros años en este ciclo que no paró ni en pandemia. Pero también hay espectadores y espectadoras que debutan, que han oído hablar del buen hacer del grupo fundado y dirigido por Iker Ortiz de Zárate, y quieren dejarse atrapar.
En una ciudad en la que después de La Blanca parece que la programación cultural desaparece casi por completo, Ortzai lleva casi tres lustros haciendo una apuesta decidida e impagable, una cita diaria con el teatro. Cada verano con un título protagonista, con una obra que la compañía lleva a su particular y conocido terreno. Así está pasando este 2024 con la creación de Pedro Muñoz Seca.
Una actividad incesante
Minutos antes de que el silencio se haga y la producción arranque, los camerinos del teatro de Pintorería son un hervidero. Teresa Ibáñez, Idoia Rebollo, Andoni Lauzurika, Carlos Larrea, Dalton Jauregi, Irati Mateo, Mari Carmen Cantón, Francisca Quincoces, Eduardo Suso y el propio Ortiz de Zárate se preparan en un ritual que se repite cada 24 horas, aunque, como en la función, cada día parezca ser distinto, nuevo, único.
La obra narra las peripecias de don Mendo en su búsqueda de venganza, desde la noche fatal en que, siendo sorprendido en la torre de su amada Magdalena por el futuro marido de ésta, ella lo traicionara diciendo que Mendo había entrado allí a robar. Ortzai, claro, lleva la historia a su terreno, a esa forma que tiene de hacer y entender el teatro.
Así lo comparte con los presentes a lo largo de una actuación que para muchas de las personas que están entre las butacas pasa en un suspiro. Llega el momento de los aplausos finales y de que el grupo, como siempre, acompañe al público en la salida a la calle. Hoy vuelve a pasar lo mismo. Bueno, y mañana, y mañana, y... Por lo menos hasta el día 31, así que tampoco quedan tantas oportunidades. Es mejor no dejar pasar el calendario. Toca reír y compartir. Tal vez también reflexionar y pensar. Es la función diaria imprescindible.