A mediados del pasado mes de febrero se estrenó en Vital Fundazioa Kulturunea el cortometraje de animación stop motion Txotxongiloa, una producción del estudio gasteiztarra Tik Tak Animation que, desde entonces, no ha parado de cosechar selecciones, menciones y premios en certámenes, también internacionales. “Estoy alucinando un poco, sobre todo con la respuesta en el extranjero” afirma la artista, directora y productora Sonia Estévez, que está recogiendo ahora los frutos de un proyecto personal que empezó a dar sus primeros pasos hace unos seis años.

Uno de los últimos galardones ha llegado del prestigioso Aguilar Film Festival, referencia indiscutible dentro del sector del cortometraje. En el palmarés de la última edición del certamen más importante de los que se llevan a cabo en España, Txotxongiloa está presente gracias al músico y compositor Jimmy Bidaurreta, que ha obtenido el premio a la mejor música original. Él, eso sí, no pudo estar en la gala de entrega celebrada el pasado día 10, fue Estévez quien subió a recoger el reconocimiento. “No lo esperábamos”, apunta la autora de esta obra protagonizada por una marioneta y las cuerdas que sujetan todo lo que hace, invitando a través de su historia a abrir una reflexión sobre la libertad –y la falta de ella– de las mujeres.

En un trabajo sin texto, como es lógico, los sonidos cobran un papel específico. “Vamos pasando por estéticas muy distintas” a lo largo de toda la producción. Es el resultado de un proceso que comenzó tomando como referencia un instrumento especial, el bazantar, una invención de Mark Deutsch. “A Sonia le gustó mucho esa sonoridad; una de sus características es que tiene un montón de cuerdas entrelazadas por el cuerpo del instrumento y suenan por simpatía”, describe Bidaurreta, que en este caso es compositor e intérprete de la banda sonora.

Comunicación constante

El trabajo conjunto entre realizadora y músico –que ya ha realizado creaciones para productos audiovisuales previos– ha sido fundamental durante todo el proceso, antes incluso de que se comenzase el rodaje, puesto que el movimiento en algunas de las escenas ha dependido de manera directa de la música creada. En este sentido, Estévez apunta que “es un cortometraje difícil porque tenemos cuatro ambientes diferentes” y en cada uno de los cuales se ha buscado una atmósfera sonora distinta.

El resultado de todos esos esfuerzos se ve recompensado con el encuentro con el público, eso sin duda, pero premios como el del Aguilar Film Festival son todo un espaldarazo para la producción y sus responsables. “Ha sido algo totalmente inesperado; este galardón me ha pillado en un momento en el que estoy totalmente con la cabeza en otro sitio, aunque, por supuesto, que se reconozca tu trabajo, siempre es agradable e importante”.

Eso sí, la rueda no se detiene para ninguno de los dos. Sus respectivos caminos creativos –Estévez, por ejemplo, está ultimando un nuevo cortometraje– siguen adelante. Desde ahora, eso sí, lo hacen tras conseguir un más que importante premio.