“Aunque parezca paradójico, es un libro divertido. Bueno, divertido y existencialista”, apunta Alejandro Morellón. Justo estas semanas, El peor escenario posible está iniciando su camino entre los lectores. La obra, publicada por la editorial Fulgencio Pimentel, es una realidad palpable gracias al premio literario alavés Ignacio Aldecoa, cuya quincuagésima edición ha ganado el escritor madrileño con el relato Pájaros que cantan el futuro, una historia protagonizada por dos niños que descubren, a través de un juguete, que el fin de la humanidad va a llegar pronto.

Hace unos días, el libro se presentó de manera oficial en Madrid, aunque se espera que se hagan actos similares a lo largo del año tanto en Vitoria como en Mallorca, donde el autor ha residido durante varios años. Eso sin descartar citas con los lectores en otras ciudades, claro. Cabe recordar que la publicación es parte del galardón tras el cambio en las bases que la Diputación alavesa realizó en pandemia con la idea de darle más empaque al Ignacio Aldecoa. “Es un aliciente que el premio pase por sacar una colección de relatos, además con una editorial como Fulgencio Pimentel”.

Como no podía ser de otra manera, es el argumento que triunfó entre el jurado –conformado por Alicia Giménez Barlett, Sara Mesa, Manuel Vilas y Antonio Altarriba– el que abre la lectura. Una historia en la que un furby desencadena una situación en apariencia insólita que “viene a reflejar un poco cómo los acontecimientos nos conforman”. A partir de ahí, quienes se pierdan entre las páginas de este libro se encontrarán con otros diez cuentos como Sentimental punk, Por lo que sé de mi marido y Cada casa es una tumba. “Lo que tienen en común es que los personajes viven experiencias dramáticas, ya sean individuales o compartidas”, situaciones “desconcertantes, con elementos fantásticos o absurdos, con cierto sentido de la maravilla, que hacen que la realidad se resquebraje”.

En esos contextos, todos y cada uno de los protagonistas tienen “que empezar a reconstruirse o a reubicarse después del acontecimiento en cuestión. Me apetecía abordar esta naturaleza contradictoria de la condición humana, cómo puede convivir lo más profundo con lo más pueril, el sufrimiento con la risa, las guerras con los vídeos de gatitos”, describe el autor, que apunta que estas situaciones se han visto mucho durante la pandemia, sobre todo en la época del confinamiento. “A pesar de la desgracia, la gente se ha inventado mil cosas para evadirse”.

En El peor escenario posible –“el título explica a la perfección cada uno de los relatos”– “mi intención es generar entretenimiento, la risa, una cierta mueca de hilaridad pero también que las historias dejen un pequeño poso de experiencia a partir de la cual resignificar nuestras vidas, como les ocurre a los personajes. Mi lector ideal sería aquel que se divierta pero que también entienda que aquí hay un trasfondo de reflexión existencialista”. Ahora es el turno de los lectores y habrá que ver hasta qué punto esto se da. Por de pronto, el libro les espera, una obra compuesta por una serie de cuentos que casi en su totalidad estaban escritos antes de la aparición del covid, aunque “a la hora de corregirlos una vez pasados estos dos años, sí que he cambiado cosas. La pandemia ha tenido que ver en esa rescritura o corrección, como se quiera ver”.

En todo caso, el acierto ha sido máximo como demuestra el hecho de haber ganado el Ignacio Aldecoa. “Los premios son una caricia para el ego, eso no se puede negar. A veces viene bien saberse valorado y estimulado, ver que alguien respalda tus intenciones y textos. Además está el factor económico, que también es importante porque como escritores tampoco hay mucho dónde agarrarse. Y te ayuda saber que escritores y escritoras que te gustan y que conforman un jurado, te valoran. Saber que me han leído y me han premiado ellos es un estímulo muy importante”. Así lo explica un Morellón que aunque ha hecho un significativo camino en los últimos años dentro del relato, también recorre la senda de la novela y la poesía. “Me siento cómodo no estando en ningún lugar”.