- Después de sobrevivir a la “tormenta” que le supuso tomar el testigo de la saga Millenium tras la muerte de Stieg Larsson, David Lagercrantz ha hecho caso de una de sus pasiones infantiles, Sherlock Holmes, para escribir Obscuritas, un thriller político como primera entrega de una pentalogía. Una nueva saga ésta (Destino) que sale a la venta hoy y en la que el pulso lo llevan Hans Rekke, catedrático de psicología especialista en interrogatorios, y una policía, Micaela Vargas, hija de inmigrantes chilenos.

Una suerte de Holmes y Watson a los que el escritor sueco, según dijo ayer durante la presentación de la novela, ha tuneado para situarlos en el 2003 y meterlos de lleno en la resolución del asesinato de un inmigrante afgano que huyó de Kabul tras ser torturado por talibanes. “Holmes era un personaje del que estaba enamorado por ver lo grande en lo pequeño, pero no me gustaba su soberbia, y en el personaje de Rekke la he sustituido por las dudas y por un interior tenebroso”, explicó Lagercrantz acerca de este protagonista que, al igual que el detective inglés, también tiene una adicción: los opiáceos legales.

Sobre Micaela Vargas, su intención era que fuera un contraste al estatus social de Rekke. Así que primer conflicto sobre la mesa: las diferencias sociales. Pero Lagercrantz va más allá, ya que detrás del asesinato de un refugiado afgano el lector comprobará que la fecha 2003 no es un capricho al azar: “Antes del 11S éramos un mundo unido y a partir de ahí empezaron guerras con consecuencias nefastas como la crisis de los refugiados, el Brexit o Trump. Ahora vivimos en un mundo herido y la esperanza que teníamos se ha roto, por eso arranca en 2003, cuando EEUU empieza a tener actuaciones devastadoras”.

Se refiere al hecho de que cuando Estados Unidos se dio cuenta de que sus “derechos humanos habían sido violados”, ellos hicieron “lo mismo” y comenzaron a “torturar” en cárceles: “Esta novela se desarrolla antes de que supiéramos que habían torturado a prisioneros”, concluyó.