Aunque lleva muchos años ya en la música, es ahora cuando el contrabajista y compositor gasteiztarra Fran Serrano presenta el primer EP de su proyecto jazzístico. Este miércoles al mediodía y en el Iradier Arena, 0202 -que está disponible tanto en su versión digital como en CD- desplegará sus argumentos, contando también con la presencia de Alberto Arteta (saxo), Dani Artetxe (guitarra), Adrián Royo (piano) y Juanma Urriza (batería).
¿Por qué, después de tantos años en esto, se decide a publicar ahora, en plena pandemia, su primer EP de jazz? ¿por qué no esperar?
-Estaba haciendo el máster de interpretación en Barcelona, en el Esmuc (Escuela Superior de Música de Cataluña), y el trabajo final consistía en planificar un proyecto como líder de una banda. No se trataba de publicar nada, sino de demostrar que podías hacerlo. Me tuve que volver de Barcelona por el covid, pero seguí con el proyecto, vi que estaba tomando forma, que me gustaba, y pensé que sí o sí lo tenía que publicar. Y aquí estamos.
Se grabó en mayo y salió poco después, todo muy deprisa.
-El disco se gestó con Adrián Royo, que es el productor también, en Logic. No tuvimos contacto físico ninguno, porque no podíamos quedar por el covid. Así que con el programa fuimos trabajando y de ahí nos fuimos al estudio de grabación. Todo fue muy rápido y también muy positivo. Al final, fuimos al estudio sin vernos y grabamos el disco en dos tomas. La sensación fue de mucha frescura.
¿Qué le gustaría que pensase el público al encontrarse con este trabajo?
-El título del último tema es Cuando todo comienza. Quiero decir, tengo claro que esto no se acaba aquí. Me gustaría que el disco sirva para que empiecen a suceder cosas como las que ya están pasando, como el hecho de tocar en el Festival de Jazz. Y espero que a la gente le guste y eso me permita seguir. De hecho, ya estoy pensando en el siguiente disco, aunque éste todavía está empezando. Son las ganas.
Detrás de la palabra jazz hay muchos caminos posibles. ¿Cuál es la senda de este EP?
-Yo vengo del rock. Tengo mi banda aquí, Kubers, que hemos tocado mucho y en ello seguimos, aunque ahora estemos en un momento de parón. Además, me gustan mucho el jazz y la música clásica. Creo que dentro de mí hay una amalgama de cosas que está en este trabajo. Aquí está lo que de verdad soy. Es una mezcla de todo. Es jazz, sí. Pero no solo. Soy claro en lo que compongo pero igual no soy claro a la hora de hablarlo, pero bueno, no sé, supongo que lo podríamos definir como jazz un poco más contemporáneo. Tampoco me preocupa. No me gusta encasillarme.
¿Cómo se llevan el compositor y el contrabajista o son para todo la misma persona?
-No siempre es una relación fácil, por eso apareció el productor (risas). Cuando sacaba los temas, los tocaba, los hacía y les daba vueltas, no paraba. Hay otro tema que se llama Parece que sí, porque cuando lo terminé dije: pues parece que va a funcionar. Y vino el productor e hizo unos pequeños arreglos y dijimos: pues parece que ahora. Pero lo escucho en estos momentos y sigo pensando: pues igual podíamos haber hecho esto o lo otro. Pero más allá de eso, creo que el contrabajista y el compositor mantienen una amistad amable.
Con respecto a otros discos en los que ha participado, ¿este EP supone una mayor responsabilidad, por así decirlo, al llevar su nombre, al ser por completo suyo?
-Lo he vivido igual que otros discos, aunque tampoco el contexto ha sido igual por el covid. Pero más allá de eso, en todos los trabajos siempre he puesto toda la carne en el asador, y aquí también. Igual sí que he sentido un puntito más de preocupación por lo que yo quería contar en este disco. Al final, has compuesto y hecho todo, y tiene que funcionar. Eso lo he sentido. Pero más allá de eso, ya te digo, el compromiso y la responsabilidad son iguales.
El título del disco tiene toda la intención, ¿verdad?
-Sí, sí. Da nombre al disco y a un tema, que lo hice cuando iba a Barcelona en el tren. Al final, 2020 fue un año duro pero, para mí, también muy enriquecedor porque aprendí un montón de cosas. Me gusta el año pero no el número, por eso le di la vuelta. Pero sí tiene mucho significado. Fue el año que salí de la fábrica, de Michelin, que empecé a dedicarme por completo a la música profesional, que aposté, y que obtuve una libertad que, de repente, se cortó por el coronavirus.
Ahora toca presentar el disco en directo. ¿Nervioso, muy seguro, o cómo se siente?
-Las sensaciones en los últimos ensayos han sido de decir: ya está. Sabemos que más no podemos hacer. Aquí está todo. También es cierto que el disco está pensado para favorecer la improvisación. Mis perspectivas pasan por disfrutar de la música con el público, ya sea en el Festival de Jazz o en cualquier otro escenario. Estoy seguro que va a funcionar porque ya más no podemos hacer.