Parece hasta extraño hablar de ello con la pandemia marcando cada segundo. No en vano, Ondas de Jazz celebró la semana pasada por los pelos su audición con Lara Vizuete tras las últimas decisiones del LABI. Y este domingo el Dazz tenía que haber recibido a Itxaso González pero que Gasteiz esté en zona roja ha impedido que el local acoja esta nueva cita con el género. Incertidumbre es la palabra clave y con ella también hay que trabajar, dentro de lo que se pueda, de cara a corto y medio plazo. Por eso, el Festival de Jazz de Vitoria va a intentar llevar a cabo el próximo julio su cuadragésimo cuarta edición, la que, por desgracia, impidió el covid-19 el año pasado, aunque hacer ahora predicciones de lo que puede o no suceder al final es toda una aventura.
El certamen quiere llevarse a cabo durante cuatro jornadas, del 15 al 18, es decir, de jueves a domingo. Y ni eso es seguro del todo puesto que es fácil imaginar a la organización incluso intentando ampliar sus planes si el panorama mejora de manera sustancial. Ojalá, de hecho, eso suceda. Pero más allá de estas fechas, poco más se puede decir, más allá de que la cita propondrá un formato adaptado a las circunstancias del momento y de las indicaciones de las autoridades sanitarias. Tan lógico y esperable como inconcreto, porque, una vez más, la palabra incertidumbre sale al paso.
En principio, si por lo menos el certamen se puede celebrar, en su cartel ya tiene reservado hueco la pianista y compositora danesa Kathrine Windfeld, ganadora de la edición del año pasado del premio de Jazz Letter One Rising Stars, certamen en cuya organización participa el festival vitoriano junto a otras citas de carácter internacional. Galardón que este fin de semana vuelve a fallarse y quien triunfe también pasará por la capital alavesa. O eso dice la teoría. Y hay que confiar en que estos mínimos se puedan llevar a la práctica.
A partir de ahí, hacer cábalas sobre lo que sucederá de aquí a julio es un imposible, máxime en una ciudad cuyos habitantes, en estos momentos, ni siquiera pueden salir del municipio. Sin giras internacionales, con festivales musicales del peso de Glastonbury suspendiéndose hasta 2022, con declaraciones de responsables políticos y sanitarios en diferentes sentidos... la incertidumbre, de nuevo, marca el camino. Pero el festival tampoco se puede permitir el lujo de dejar los deberes para el último momento por si acaso suena la flauta. Por eso anuncia las fechas, por ello a buen seguro lleva tiempo trabajando en distintas posibilidades, y por eso es de esperar que vaya dando más señales según pase el calendario. Que tanto este evento como otros se puedan llevar a cabo de verdad, será la mejor señal para toda la sociedad, significará que igual la pesadilla tiene un final.