En muy poco tiempo y con un marcado estilo propio, la intérprete pamplonesa Natalia Lacunza ha conseguido hacerse un hueco más que apreciable en la escena actual, a pesar de que la situación general parece querer poner todo en contra. Este viernes a partir de las 19.00 horas, la cantante y compositora se encontrará con el público alavés, quedando todavía alguna entrada a la venta.

Conciertos con distancias, aforos reducidos, mascarillas, horarios extraños... ¿no dan ganas de decir: así no quiero?

-No, no. Estoy muy agradecida con todo lo que sea tocar. Claro que es una situación horrible para todo el mundo, pero dentro de eso, el poder hacer aunque sea algo, es para estar agradecida y yo me siento así. Es verdad que te preguntas cuándo vas a poder hacer un concierto como los de antes, cuándo vas a poder ir a un festival ya sea para estar arriba del escenario o abajo. Hay una sensación de desolación que está ahí, pero nunca diría que no a tocar.

¿Ha pensado cómo habría cambiado todo para su carrera sin la pandemia o es mejor no darle vueltas?

-Es mejor no pensarlo, porque eso te puede llevar a la frustración y no quiero añadir más cosas malas a una situación que ya es terrible por sí misma. Quiero centrarme en prepararlo todo y hacerlo de la mejor manera posible para cuando esto se termine y ya está. De todas formas, te tengo que reconocer que a veces sí lo hago y me martirizo un poco (risas). Pero intento no ir hasta el final en esos pensamientos.

Su camino está arrancando justo ahora. ¿Cómo quiere que sea la tarjeta de presentación de Natalia Lacunza y cómo le gustaría verse a medio plazo?

-Siento que tengo mucha creatividad que aportar en diferentes aspectos del proyecto, desde la música hasta el imaginario visual pasando por la presentación en directo y otras cuestiones. Todo lo que he hecho hasta ahora ha sido de manera intuitiva. Y en este momento estoy centrada en hacer mi primer disco este año. Creo que un primer álbum de larga duración es algo muy importante para una artista. Hasta este instante he tenido una pequeña tarjeta de presentación que me ha hecho llegar a un punto bueno dentro de mi corta carrera. He visto que hay gente a la que le gusta lo que hago y cómo lo hago. Y que es posible que ese público sea más amplio. Así que, más allá de la situación extraña en la que estamos, tengo claro que voy a seguir haciendo las cosas como hasta ahora. Básicamente estoy siendo muy cabezota, yendo siempre a por lo que quiero hacer y como lo quiero hacer. Nadie me dice lo que tengo que hacer con este proyecto. Dentro de lo que es trabajar con una discográfica, hay un punto de independencia básica para mí. Así que con el equipo hemos diseñado una serie de metas que ir consiguiendo poco a poco y que pasan, por ejemplo, por algo que ahora es imposible como salir al extranjero. Me encantaría dar ese paso hacia Latinoamérica. Ir es un plan que está ahí pendiente, entre otras cosas porque siento que la gente allí consume el arte de una manera diferente, de forma más intensa. Hay un plan de aquí a dos años para ir alcanzando esa y otras metas, mientras sigo creciendo, teniendo más ideas, aprendiendo y aportando. Luego ya veremos hasta dónde nos llevan las cosas. Tampoco pretendo ser una artista que llena estadios. Si llega, genial, pero no sé si soy carne de eso. Con dedicarme a lo que me gusta y poder vivir de ello, encantada. Eso no quiere decir que no sea ambiciosa, eso sí.

Pero lo cierto es que cada cosa que hace tiene repercusión en Internet con miles de interacciones casi al instante. ¿No es un poco esquizofrénico a veces vivir así?

-(Risas) Sí. Hay un punto en el que hay que relativizar las cosas y centrarte en cumplir con tus propias expectativas, siendo fiel a ti misma, aunque obviamente escuchas a la gente. Ha habido veces que he estado hablando cinco minutos con personas que no conocía de nada y que me han dicho lo que significa para ellos o para ellas mi música, cómo se sienten, a dónde les lleva. Eso me emociona muchísimo y me hace pensar: vale, todo lo que estoy haciendo tiene sentido. Pero por otro lado también hay una masa gigante de mensajes, opiniones e idas de olla en todos los sentidos, y frente a eso tienes que aprender a relativizar. Hay que tener los pies en la tierra y un punto autocrítico importante.

De momento, este viernes toca encontrarse con el público en directo. ¿Cómo será esta primera actuación en el Principal?

-Para empezar, me hace mucha ilusión tocar cerca de mi casa. Además, voy a acompañada por mi banda, que está compuesta por prácticamente mis mejores amigas del mundo. Tengo mucha suerte con ellas, no solo porque me acompañan sino también porque están muy ilusionadas con el proyecto. A veces pienso que me ha salido todo demasiado bien. Todo lo que sea tocar con ellas y notar la presencia del público va a ser maravilloso, eso seguro. Así que estaremos nosotras cinco sobre el escenario, tocaremos temas de los dos EP que he publicado y alguna canción más. Creo que hay bastante variedad de estados de ánimo a lo largo del concierto y que la gente va a disfrutar un montón. Nosotras, de hecho, lo hacemos. Es el primer concierto del año, es cerca de casa, significa poder estar con la gente, y no sé qué más se puede pedir ahora.