Durante la mañana del día trigésimo de aquel tiempo detenido en las calles sin casi gente, Arantxa estaba en el balcón de su casa.

Arantxa trataba de hacer una foto a la calle vacía que más tarde subiría como siempre a su cuenta de instagram. Aquel hobby Arantza lo empezó mucho antes de que arrancara el confinamiento al que obligaron los distintos decretos leyes que promulgó el estado al que pertenecía la pequeña ciudad. Arantxa reconocía, y lo tuvo que hacer más de una vez, que estaba copiando algo que vio en una película de hace mucho.

Que sí, que ya me lo has dicho, que es como la película Smoke, de Paul Auster. Se excusó Arantxa. Pero lo mío es distinto, Loló, porque mis fotos son cenitales y ese tipo las hacía a pie de calle. Explicó Arantxa.

Llevaban días sin hablar desde los móviles. Con el bicho dentro y asíntomáticas, rompían en algo las normas. No siempre. A veces. Ahora, una en el balcón y la otra desde dentro de la casa. No gritaban, pero tenían que elevar la voz para entenderse.

Un día toparás con algo que no te guste en una foto. Lo mismo que le pasó al Paul Benjamin, el personaje que interpretaba en aquella peli el Hurt. Lo que haces es muy Blow Up y muy La ventana indiscreta. Solo te falta la pierna escayolada del Stewart. Hacer la misma foto cada día del mismo lugar puede traer consecuencias. Te lo digo yo. Dijo Loló como si estuviera regañando a una niña pequeña. Hay cosas que es mejor no saber.

Que sí. Que controlas una barbaridad de cine. Dijo Arantxa. Pero no estamos en una película. Dijo Arantxa. Calla un rato, anda, que no me concentro. Además, no creo que a mí me pase, ¿Qué crees que me puedo encontrar? Dijo Arantxa.

No sé. A tu hija Nagore. Con el padre que tiene no me extraña que se le escape otra vez de casa y no se dé ni cuenta. Dijo Loló, y lanzó una carcajada socarrona llena de pétalos.

No vuelvas otra vez. Aquello fue un accidente. A ver si se pasa esto y vuelve a estar con nosotras semana sí y semana no. La echo de menos a mi pequeña. Dijo Arantxa sin dejar de mirar el dispositivo móvil que en modo cámara movía cerca de sus ojos con la mano derecha.

Hoy hay más coches que otros días. Comentó Arantxa.

¿Ah sí? Se acabaron los trabajos esenciales. Dijo Loló. Una cosa, Arantxa, ya sé que me vas a mandar a la mierda, ¿pero podrías llamarle otra vez hoy a Amalia? No tengo ni idea de cuando voy a cobrar. Nos ha mandado un mail con lo del ERTE que parece que tenemos para rato. Dijo Loló.

Luego le llamo. Contestó Arantxa ¿Loló?

¿Qué? Preguntó Loló.

Estoy viendo a tu hermano Ray. Parece que viene hacia aquí. Dijo Arantxa.

Sí, contestó Loló. Me ha escrito a primera hora por ver si necesitábamos algo. Le he dicho que si iba al mercado nos comprara huevos, hamburguesas y suavizante, que no tenemos. Dijo Loló.

¿Le hago una foto? Ahora está guay, en medio de la calle vacía, se ha bajado de la bici, anda con ella al lado, ahora cruzará la carretera. A tu hermano los pasos de cebra le importan un carajo. Espera. No cruza. Se ha parado ¿No decías que venía a nuestra casa a traernos todo eso?

Sí, eso me ha dicho. Dijo Loló ¿Qué hora es?

Diez y media. Contestó Arantxa.

Justo. A esa hora me dijo que vendría. Cuando llame baja tú, que a mí no me apetece. Me preguntará por el curro y no tengo ganas de volver a contarle la mierda esa del ERTE que ni me entero muy bien de cómo ni de cuándo será. Hazme el favorcito, cariño, baja tú. Dijo Loló.

Si viene. Dijo Arantxa. Ya está. Ya tengo la foto. Dijo Arantxa. Pero.

¿Qué? Preguntó desde dentro Loló.

Que ha dejado la bici apoyada en una señal de la otra acera. Dijo Arantxa.

¿Y? Preguntó Loló.

Ahora está sacando un sobre del mochilón, o eso parece. Se acerca a una papelera ¡Ahí va!, está mirando hacia los lados. Ahora abre la papelera y deja el sobre dentro. Luego la cierra. Ahora mira el móvil.

¿Pero qué dices? Preguntó Arantxa desde el cuarto en el que se pasaba casi todo el día confinada.

Creo que me ha visto. Ahora cruza. Ya viene. Dijo Arantxa. Bajo sin más. Dijo Arantxa.

Espera. Dijo Loló. Voy contigo.

No podemos. Dijo Arantxa.

Arantxa bajó y recogió las cosas que había comprado Ray para ellas. Ray y ella se mandaron un saludo a dos metros desde el portal. Al poco Arantxa estaba de vuelta en casa. Dejó las bolsas en la cocina y volvió al balcón. Tras permanecer un rato calladas se inició una nueva conversación entre ellas.

¿Tú sabes que van a meter a las asintomáticas como nosotras en hoteles o en polideportivos? Preguntó Loló. Lo acabo de leer, ¿Te imaginas?

Pues no, la verdad. Dijo Arantxa.

Y a esos lugares les van a llamar Arcas de Noé. Me meo de risa. Dijo Loló. Una pareja de bolleras en el Arca de Noé ¡Hala, a repoblar el planeta!

A Loló le entró una risa tan interminable como contagiosa que llegó hasta el rostro de Arantxa, quien tuvo que dejar el móvil porque no paraba de reir.

Mira que eres tonta. Dijo Arantxa.

Creo que la foto de hoy no la voy a subir a Instagram. Pensó Arantxa cuando paró de reír.Continuará