donostia - La Sala Kubo de San Sebastián ofrece desde hoy un recorrido por la obra de José Ramón Anda. Sus diferentes espacios exponen casi un centenar de esculturas de este creador perfeccionista que aún sigue buscando con su arte sentirse “plenamente satisfecho”.
Lantegi es el título que se le ha dado a la muestra del escultor navarro, nacido en Bakaiku en 1949, en una familia de ebanistas, que estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y que tras su paso por la Academia de España en Roma en 1974, comenzó a exponer regularmente en galerías, museos y centros de arte.
De ese periodo datan las primeras obras que pueden contemplarse ahora en la sala del Kursaal donostiarra, algunas figurativas, como Kirolari zaharra, un ejercicio académico con el que culminó sus estudios, y una cabeza de bronce de Unamuno de 1975, colocada junto a otras de esas fechas, de Picasso y Lazkao, entre ellas.
También se exhibe otra pequeña cabeza de muy reciente, de 2018, de uno de sus amigos, porque Anda mantiene la “pulsión por lo figurativo”, según ha señalado Javier Balda, aunque Anda sea un artista de la abstracción, que además ha preferido un material por encima del resto, la madera.
Entre el escultor y el comisario han elegido las piezas para esta muestra que no plantean como una retrospectiva porque ven las obras con un carácter intemporal. “Si no ponemos las fechas, no sabemos si unas son anteriores o posteriores”, ha asegurado Balda.
Tres de ellas, de gran tamaño, Acotar el vacío I, II y III, las ha creado ex profeso para esta exposición, basadas en otras más pequeñas, Basaldeko, de principios de esta década, con las que vuelve al desarrollo del cubo.
Se muestran junto a sus piezas más grandes, como las estelas funerarias, las ventanas, los polifemos y los troncos huecos, como el Miracielo segoviano, tallado en madera, del que hizo una réplica en bronce en homenaje a Ernest Lluch que se encuentra en L’Hospitalet de Llobregat.
Entre las de menor tamaño, se pueden ver piezas colgantes, obeliscos y espirales, juegos de geometrías como su Descomposición del cubo, de 1973, con múltiples posibilidades morfológicas.
Y en ese mundo de madera, casi como intrusas, dos esculturas de mármol, un Crecimiento interrumpido, nacido ya en este siglo, e Iruditzen dena ez da, de este mismo año, esculpida hasta llevar el material a la “delgadez extrema”, hasta asemejarse a una banda de Moebius.
El espacio superior de la sala Kubo se ha concebido como el ‘domus’, la casa donde se exhiben obras que el artistas ha diseñado como mobiliario, piezas funcionales y de perfectos acabados.
Iru zutabe, de 1985, es la escultura que da la bienvenida al visitante en la primera sala, la obra que dio pie a la de gran tamaño de hormigón que se encuentra en los jardines de Ondarreta, cuyo resultado dejó tan insatisfecho a este artista de “exagerado sentido autocrítico” que para él sigue siendo “una espina clavada”.
Todas son creaciones salidas del taller, del ‘lantegi’ que da título a la exposición y que hace referencia también a la labor comunal que se hace en los bosques de Navarra, un trabajo de aprovechamiento forestal del que se benefician los vecinos, del que han salido troncos excepcionales de árboles muertos o caídos que en muchas ocasiones han acabado en las manos de José Ramón Anda.
Las 91 obras que se exponen en San Sebastián proceden de colecciones particulares, Kutxa Fundazioa, el Ayuntamiento de Pamplona, la Diputación de Gipuzkoa, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo de Navarra y la Sociedad Gastronómica Bareak de Beasain. - Efe