Durante décadas, este lugar fue un sitio para la danza en la capital alavesa. Por entre las paredes de la sede de Tarima pasaron miles de personas para aprender con Celes Duarte y su equipo. Entre quienes acudieron en su día a este añorado espacio de la calle Badaia estuvo también María Piérola Corral, quien ha vuelto a llenar de cultura y formación el mismo emplazamiento. Desde el pasado mes de enero, aquí está la sede de la Escuela de Teatro Musical Artea, un proyecto que ella hizo nacer hace ocho años y que ahora, también de la mano de Alain Ruiz Treviño, está viviendo una nueva etapa desde aquí.
En muy poco tiempo, ambos han transformado unas instalaciones que en este primer curso, aunque solo haya durado unos pocos meses, están habitando 87 personas de entre 4 y alrededor de 60 años. Es solo el comienzo porque, más allá de la oferta especial para verano en formato de campus, el próximo curso ya tiene grupos completos y listas de espera en algunos de ellos. Por ahora se contabilizan 140 matrículas con la previsión de que las cifras puedan aumentar, aunque sin querer excederse de los límites que impone el atender a cada persona en condiciones.
En casa
“Sabía que el sitio nos venía genial porque además de las dimensiones que tiene, y eso que yo lo recordaba más pequeño, no tiene columnas y eso es muy importante para lo que hacemos”, apunta Piérola, quien destaca, por ejemplo, el hecho de poder contar con la zona de 14 metros de espejo “que permite poder aprender y verte”, más allá de los espacios que se generan junto al piano o en otros lugares. “Queríamos cuidar que no fuese solo un local de ensayo y aprendizaje, sino que fuera como un hogar, que entres y te sientas en casa”.
“Puedes conseguir que la gente venga, de la clase y se marche o que la gente venga diez minutos antes, vea un rato al grupo anterior, esté, haga grupo, se quede luego un poco…”, añade Ruiz, quien resalta que “nuestra definición del proyecto se resume en el protagonismo colectivo, y a la gente eso le sorprende en un primer momento”. Con todo, este nuevo inicio no fue fácil, sobre todo por iniciar el curso un 13 de enero, con las agendas de muchas personas ya hechas y cerradas por este curso. “Al principio claro que dio un poco de vértigo. Artea tiene una trayectoria que ha ido bien pero eso no significa que tenga que ser así a la fuerza siempre. Eso se te pasa en la cabeza, máxime en una etapa de cambio. Somos dos trabajadores natos pero siempre estás con el pensamiento de qué puede pasar”. De momento, eso sí, parece que la respuesta está siendo más que positiva. “Este espacio, cómo ha quedado, dice mucho de nuestra manera de trabajar. Cuando la gente entra, lo entiende; y cuando le explicamos lo que hacemos, quiere volver”, señala Piérola.
Disfrute y trabajo
En estos primeros meses de estancia en la calle Badaia, por lo general el encuentro con los grupos de produce por las tardes, aunque también hay jornadas con actividad al mediodía. Para el próximo curso, ante la demanda de plazas, se van a habilitar horarios de mañana también. “La gente lo pasa muy bien, eso es así, pero no pierde de vista,y nosotros tampoco, que viene a aprender y a trabajar. Y se nota mucho la evolución a lo largo del paso del tiempo”.
Teatro, música y danza. Pudiera parecer fácil resumir todo lo que aquí pasa en tres palabras pero, como es evidente, detrás de cada una de ellas hay mucho que conocer, interiorizar y compartir. Eso sin perder de vista que Artea no solo es un centro de formación, sino también un espacio de producción de montajes, como ya ha demostrado, y con mucho éxito de público, en espectáculos como Nunca Jamás y Volver a nuestro hogar. Esta línea de trabajo también se va a poder compartir los próximos días 7 y 8 de junio en Vital Fundazioa Kulturunea (Dendaraba) con la nueva edición del Ciclo de Musicales.
Sin parar
Más allá del curso normal, además, Artea ya ofreció un campus especial de Semana Santa, que colgó el cartel de completo, y va a pasar lo mismo este verano. La maquinaria no se detiene. “La realidad es que cuando uno es creativo, no descansas. Te gusta y tienes una necesidad. Nos vamos de viaje y estamos hablando de ideas. Disfrutamos mucho cada día que esta escuela se abre. Es verdad que es mucho trabajo y que hay muchas cuestiones relacionadas con papeleos y demás que tienen su carga, pero bueno”, sonríe Ruiz. “Disfrutas mucho sobre todo cuando vienes aquí y ves cómo disfruta la gente que viene. Merece la pena”, describe Piérola.
En este nuevo espacio se están juntando, además, parte de quienes venían de los años anteriores de camino de la escuela con otras caras nuevas. “Hay gente que ha visto una de nuestras producciones y viene porque quiere animarse. O que pasa por aquí y le llama la atención lo que ve. Al final es la única escuela especializada en teatro musical que existe en Álava”, apunta Ruiz, quien admite que uno de los retos pasa por llegar a más partes de la ciudadanía. “Nos conoce un segmento muy concreto de la población. ¿Seremos capaces de abrir el melón del resto? Por el momento estamos muy contentos con la respuesta, pero siempre se puede avanzar más”.
Más oferta en Vitoria
Toca, de todas formas, seguir haciendo camino. También, que quienes vienen por primera vez a este espacio puedan ver a quienes llevan con Piérola siete u ocho años para que puedan comprender hasta dónde pueden llegar. Eso sin perder de vista todo lo que supone el formarse en cultura, las capacidades, valores y características que se desarrollan. Por supuesto, el futuro del centro vendrá marcado por su estabilidad económica, pero más allá de esta cuestión, lo básico es poder compartir la pasión y el disfrute por el teatro musical.
Es verdad, eso sí, que lo deseable sería que “a nivel de ciudad, el teatro musical trascendiera un poco más. A día de hoy en Vitoria no hay mucha oferta de musicales. Para verlos te tienes que ir a Bilbao”. Ambos recuerdan que en Artea “también estamos generando público”, uno, además, con criterio. “Ojalá hubiera más oferta de musicales para que estas personas pudieran ir a verlos; además, se aprende mucho viendo producciones”.