Vitoria - “Todavía no me he acostumbrado a que la gente me pare por la calle y me conozca, pero bueno, todo lo que me dicen es positivo”, sonríe Paul Urkijo. Mientras su primer largometraje, Errementari, mira a la gala de los Goya de Sevilla, donde está nominada en la categoría de efectos especiales, el realizador gasteiztarra se encuentra preparando su próxima película, Irati, mientras escribe el guión de un tercer proyecto para la gran pantalla, Las tres olas.
Supongo que 2018 ha sido un año diferente, incluso raro, puesto que ha sido el final de muchas cosas y el principio de otras. ¿Ha pasado todo muy deprisa?
-Pero muy deprisa. Si me paro a pensar en el rodaje de Errementari, me parece que todo ha pasado volando y estás hablando de hace dos años, de estar un año de postproducción y otro con la promoción, festivales, llegar a las salas, ahora Netflix... Y todavía estoy con los últimos coletazos, con proyecciones que todavía hay por ahí porque me siguen pidiendo, el tema de los Goya y lo que significa... Eso es bueno porque quiere decir que el proyecto sigue vivo y la gente habla de él. Sigue habiendo mucho tweet y mensajes en Internet. Eso está genial y espero que tenga continuidad. Pero ya tengo ganas de pasar a otra cosa que ya llevo tiempo desarrollando, pero en la que me quiero meter al 100%.
Son muchos los que esperaban la nominación a los Goya al mejor director novel, aunque al final ‘Errementari’ ha conseguido estar en estos galardones a través de la categoría de efectos especiales, lo que ya es un reconocimiento tanto para Jon Serrano y David Heras como para su película. ¿Contento?
-Yo sinceramente no me esperaba nada porque es un mundo que desconozco totalmente. En la academia conozco a muy poca gente y no hay que perder de vista que Errementari es una película que se estrenó en marzo, que es relativamente pequeña, de género fantástico y en euskera. Como mucho, de esperarme algo, pensaba que podía ser en la categoría de Maquillaje, sobre todo por el trabajo que tenía el personaje de Sartael. Pero bueno, al final ha sido con los efectos especiales, que también es muy importante. El hecho de que el largo esté ahí es muy positivo. Es algo que va a ayudar a la película, pero, o por lo menos así lo espero, también a mí en futuros proyectos.
¿Va a ir a la gala de Sevilla?
-Pues en principio, no lo tenía pensado, pero como se va a juntar allí toda la industria, igual me lo pienso.
¿La nominación puede devolver la película a las salas comerciales?
-No, una vez que entras en Netflix, el camino tiene que ser ahí.
La de Netflix es una puerta importante. ¿Está funcionando?
-Parece ser que sí. No tenemos datos concretos, pero sí nos ha llegado que están bastante contentos. Además, recibo muchos mensajes a través de Internet y en general son muy positivos. Cuando estuve en la Azoka de Durango, apoyando la venta de DVD, la gente se acercó bastante.
Es verdad que como cortometrajista, Paul Urkijo se había hecho un nombre, pero su primer largo ha conllevado una exposición pública tremenda. ¿Acostumbrado?
-No soy una persona, cómo decirlo, de mucha gente (risas). Es verdad que durante este año se me han acercado muchas personas. Voy por la calle y son muchos los que me paran. Pero todo lo que me dicen es bonito, así que igual no estoy acostumbrado todavía, pero no puedo decir que lo que me esté pasando sea malo.
Tiene sobre la mesa un nuevo proyecto de largometraje y está trabajando también en otro guión, pero ¿ha pensando en volver, aunque sea de manera puntual, al corto?
-Tengo ideas para cortos, pero es verdad que ahora estoy centrado en Irati. Hay un par de cortos que serían sencillos y que me apetecen por poder experimentar y divertirme, más que por demostrar nada. Los haría más por mí. En los anteriores cortos, siempre me he metido en berenjenales. Igual que hice con Errementari. Pero ahora quiero hacer cortos más sencillos, más para mí.
¿Se ha marcado plazos con la que será su segunda película, ‘Irati’?
-Es un proyecto que ahora está en la fase de desarrollo. Hay un camino tortuoso que es el de conseguir la financiación y hay que recorrerlo. Con Errementari fueron siete años para poder levantarla, pero espero que éste proyecto lleve menos de la mitad.
Pero supongo que a la hora de llamar a determinadas puertas para buscar esa financiación, la tarjeta de presentación ya es otra.
-Sí, sí. Espero que nos facilite algo, pero todavía no sé concretar cuánto. Estamos empezando ahora a tener reuniones para buscar la financiación y es verdad que noto que la gente está interesada, que estoy empezando a ir a determinadas puertas con un refuerzo, pero todavía no hay nadie que me haya dicho: de acuerdo, aquí tienes esta cantidad. Nos queda trabajo, vamos a seguir las mismas vías que con Errementari, sólo que espero llegar a la meta antes.
De momento no puede contar mucho de la película, pero...
-No, no mucho. Pero sí que va a ser de género fantástico, local y sobre mitología vasca. Errementari, por lo menos para mí, es más como un cuento folklórico, mientras que Irati habla más de mitología telúrica y pagana. Es más oscura, en este sentido.
Para el segundo largo, ¿qué ha aprendido del primero que quiere aplicar?
-Muchísimas cosas. La más importante es ser flexible. Trabajas con un presupuesto muy cerrado. Eso supone un plan de rodaje y unos tiempos de grabación y finalización determinados de los que no puedes salirte. Todo tiene que estar muy estructurado. Desde el principio, , el planteamiento de la película tiene que ser más orgánico y que el proyecto se pueda adaptar al presupuesto que tienes desde el inicio. Con Errementari intenté llegar lo más alto que pude con el presupuesto que teníamos, que era muy limitado. Creo que eso me supuso pegarme contra ciertas paredes. Así que he aprendido a ver las cosas venir un poco más de lejos.
‘Errementari’ ha generado mucho interés. ¿Nota presión de cara al próximo largo?
-Sí que noto que la gente espera algo más, que está a la expectativa de qué va a ser lo próximo, pero no creo que eso sea una presión negativa. Me lo tomo como algo bueno. Por supuesto, hay que saber responder a eso. Tengo claro que con Irati voy a disfrutar como un enano, igual que con Errementari, porque es algo que me gusta mucho. Así que pienso, siguiendo la lógica, que si a la gente le ha gustado Errementari, la nueva película les tiene que gusta más. Esa presión para mí es buena porque me dice que la gente quiere ver mis productos.
¿Se ha sorprendido a sí mismo en todo este camino?
-Es una reflexión que no he hecho. Tiro para adelante y las cosas van saliendo. Lo que sí me ha sorprendido es que todo esto, el estrés del cine, me ha afectado bastante a la salud. Un colega me contó que un productor americano amigo suyo decía que lo más importante para poder trabajar en el cine es la salud porque vas a soportar tal cantidad de presión que necesitas estar fuerte física y psicológicamente. Eso sí es algo que he notado. Lo he superado, más allá de que haya salido de esto con una hernia (risas). Pero bueno, ahora sé lo que es todo esto y qué es lo que tengo que hacer para que no pasen determinadas cosas. Errementari es una película que hemos hecho aprendiendo, también en este sentido.
Vendrá ‘Irati’ pero también está trabajando en otro guión, ‘Las tres olas’.
-Siempre tienes que estar con varios proyectos a la vez porque no sabes cuál va a arrancar primero. De hecho, tengo algún proyecto más, no sólo de largometraje, sino también de una serie.
A todo esto, ¿ante tanto trabajo con lo audiovisual, sigue siendo espectador o ha renunciado?
-(Risas) Me cuesta, al igual que me cuesta quedar con los colegas para tomar una cerveza, leer un cómic, un libro... Pero amo el cine. Con lo que más disfruto en el mundo es con ir al cine a ver películas. Y lo intento cada vez que puedo.
Hace nada le ha tocado ser jurado, por ejemplo, en Cortada, donde usted también ha sido participante en otras ediciones.
-La verdad es que ves las cosas con perspectiva y ha sido curiosa la sensación. Pero sí es verdad que me han entrado muchas ganas de hacer cortos, me han dado envidia.
En estos años en los que ha ido recorriendo ese camino del corto al largo, en el territorio se ha ido generando un sector audiovisual que hace una década no parecía posible, con rodajes de películas, webseries, cortos... ¿O esa imagen que parece que tenemos es más eso que realidad?
-Es una realidad pero la situación sigue siendo terrible. Sigue estando ahí cómo están en el Estado la cultura y la educación. Cómo está la economía, también. Todo influye. De hecho, en el cine es muy difícil sacar adelante una película. Te diría que es casi imposible. Es un acto imposible que conseguimos hacer realidad. Haces algo de la nada, buscas dinero de gente que, en principio, no tiene un interés único de búsqueda de rentabilidad. Lo vamos haciendo porque es lo que nos gusta, porque somos muy cabezones y estamos un poco locos. El producto de eso es un pequeño oasis en medio de un gran desierto. Eso le pasa al cine, a la música, al arte... La situación es mala pero se ve que hay un trabajo, que algunas instituciones están reaccionando, pero seguimos teniendo que hacer demasiadas cosas para que se pueda trabajar en unos mínimos.
Ahora que estamos de cambio de año y son épocas de Olentzero, Reyes Magos y todas estas cosas, ¿un regalo para 2019?
-Le rindo más culto a Saturno, la verdad (risas). Lo que pido es poder seguir trabajando, que la cosa siga adelante y poder sacar la próxima película lo más pronto posible. Bueno, y que seamos felices, que eso es lo más importante.