La decisión de los responsables de T5 de mandar al cesto de los fracasos televisivos el más afamado y longevo programa de telerrealidad que en la historia de la tele europea ha sido y que sirvió para que la cadena amiga de Mediaset se coronase durante muchas temporadas como líder de audiencia fue la crónica de una muerte anunciada.

La decisión se tomó en vista de malos resultados de antena, floja presencia conductora de Jorge Javier y desgaste de un grupo humano de concursantes explotado, exprimido y vaciado. El cambio de conductor, dejar en la cuneta a Mercedes Milá fue una torpe decisión que han terminado pagando los rectores que hicieron del reality un material plástico para ahormar sus parrillas de programación y que ahora tendrán que renovar, en un ejercicio que se antoja complicado y necesitado de imaginación para las ofertas de las productoras que deberán suplir la ausencia de GH. Un descansito nos vendrá bien a todos y tendrán que aprender del batacazo. ¿Será M.M. la solución a este fracaso?.

La Navidad se nos está echando encima y en la tele la llegada de este entrañable tiempo de celebración y consumismo está marcado por el anuncio televisivo del sorteo extraordinario de Navidad y la invasión publicitaria anunciando comidas, bebidas, juguetes, y otros consumos varios entre los que destacan perfumes, esencias y colonias que inundarán a partir de estos días la pantalla con bellas modelos, espectaculares adonis y microhistorias para inducirnos a la compra y uso de estos productos complementarios para los ciudadanos/patos apresurados que pululan a bandadas en nuestra sociedad de compra, compra, compra.

En el espacio publicitario de los periódicos es impresionante la cantidad de anuncios de relojes de lujo que en sucesión ininterrumpida llenan las páginas de papel, llamando a la clienta, ávida de comprar.