este es el sabroso título de la serie, mitad comedieta, mitad divulgación científico sanitaria que los programadores del canal DKISS ofrece al gran público en la noche de los lunes a la hora del prime time. Un producto petardo que promete mucho y termina entregando simplonas historietas de ciudadanos reales como James y Sara o como Eli y Marie que esbozan su peripecia sexual que terminó en la sala de urgencias de un hospital norteamericano. Dos actores profesionales cubren las escenas más tórridas, mientras que los conejillos de indias atacados de subido calentón se confiesan avergonzados ante cámara. Desde una torsión testicular hasta la intoxicación por inhalación de óxido nitroso para aumentar los decibelios del sexo pasan por la pantalla en un ejercicio de pésimo guion, mala interpretación y lamentables argumentos que explican porque estas piezas están arrinconadas en la TDT y merecen la consideración de productos serie B, como en los torpes filmes de la historia hollywoodiense. Y eso sí, todo por practicar un exceso de sexo (cuál es la medida para comparar y catalogar?) por encima de las cinco citas diarias con Eros + Cupido. El abuso de la práctica acarrea las consecuencias sanitarias desagradables porque sabido es que el exceso conduce al vicio y de ahí a urgencias puede quedar un paso que cualquier día se da y se acaba en una ambulancia acelerada y veloz. La serie decepciona a los que buscaban imágenes calenturientas y a quienes esperaban un ejercicio de pedagogía sexual que no acaba de llegar y termina por defraudar a base de repeticiones e imágenes dobladas que desinflan el entretenimiento y conocimiento. Paralelismos entre lo real y lo recreado en una mezcla sin sentido ni poderío audiovisual. Una chapuza que utiliza el morbo del título para tenernos una hora fritos a base de tonterías, elementalidades y simplezas en torno al sexo. No recomendable.
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