MADRID. Que la princesa Letizia vaya de compras a un gran centro comercial es algo que ya ha dejado de sorprendernos, pero que sea ella misma la que envuelva los regalos es cuanto menos un hecho curioso. En su afán por llevar una vida normal y mostrar cercanía, la futura reina de España volvió a mezclarse con el pueblo por Navidad. Las fotos de su paso por El Carralero de Majadahonda (Madrid) decoraron este lunes la portada de la revista Diez Minutos, Letizia hizo su aparición en el Decathlon de Majadahonda a las 13.00 horas y acompañada por dos escoltas.
La última vez que Letizia visitó este centro comercial requirió la intervención de sus escoltas para obligar a una clienta a borrar la instantánea que había captado con su teléfono móvil, embargada por la emoción de su presencia. Una situación incómoda y muy criticada que la Casa Real intenta que no se vuelva a repetir gracias al arduo control de su equipo de seguridad, experto, a la fuerza, en custodiar a la nuera del Rey en sus salidas improvisadas.
Cara lavada, coleta, vaqueros, jersey y botas. Letizia, como casi siempre en estos casos, acudió al edificio vestida con ropa cómoda para intentar no ser reconocida por la prensa nacional. Según relataron los empleados del comercio hace un par de días, la princesa estuvo casi dos horas paseando por los pasillos de la gran superficie francesa. Estas vueltas fueron necesarias para comprar dos cascos de bici en color rosa, unas chanclas, camisetas térmicas, calcetines, polares de colores y diferentes prendas infantiles para sus hijas de la marca más económica de la cadena, Domyos, que aún así sumaban el montante de 206 euros, cantidad que ella misma pagó en caja sacando el dinero en efectivo de su cartera personal.
VISITA INESPERADA Y por si esta inesperada visita hubiese causado poco efecto en los atónitos empleados que seguían la curiosa escena, doña Leticia cogió sus bolsas de la caja tras pagar los productos y se dirigió a la mesa que se sitúa a la entrada de la tienda, con grandes rollos de papel de regalo, para ir sirviéndose ella misma e ir envolviendo uno a uno varios de sus artículos, no todos. Sus dos escoltas no le quitaron los ojos de encima para evitar cualquier incidente que pudiera molestarla.
A la salida le esperaban los fotógrafos y ella les sonrió de forma algo forzada, producto de la incómoda sorpresa. Después, la princesa cambió de tercio y se coló en la tienda Disney para terminar con los regalos. La salida palaciega de Letizia no es algo extraordinario, ya que la princesa ya tiene a la prensa acostumbrada a este tipo de escapadas.