¿Cómo llegó a embarcarse una asociación sin ánimo de lucro como la suya, cuya labor se basa en el estudio de la Guerra Civil en Euskadi, en la producción de esta película?

La cerilla la encendieron el director Fran Longoria, que junto a dos compañeros de estudios creó en 2010 la productora audiovisual Incromedia, así como los miembros de nuestra asociación Guillermo Tabernilla y el guionista Sergio Balchada. Querían rodar un corto, que ha terminado siendo un largometraje, que aportara una visión sobre la Guerra Civil española desde una perspectiva de género bélico, de acción, distanciándose del dramatismo y el partidismo de las producciones al uso. Así que se pusieron en contacto con nuestro grupo de recreación histórica para que les prestáramos asesoramiento estético y les dejásemos atrezzo, vestuario y armamento de la época, como ya habíamos hecho en el corto documental El último día del cinturón de hierro, el noticiario-documental Con el cuerpo disciplinario en Ubidea, y el corto Lluvia de plomo, todos dirigidos por Longoria

Es de suponer que el primer caballo de batalla fue el presupuesto.

Cierto. Se trata de un proyecto totalmente independiente producido por los fondos de Incromedia y la Asociación Sancho de Beurko y que, en cuanto a colaboración institucional, solo cuenta con ayuda de la Diputación de Bizkaia. Por eso, se recurrió a la financiación colectiva en la que cada microproductor ha hecho donaciones voluntarias por la cantidad que ha creído conveniente. A cambio se ha remitido a cada persona un carnet de afiliado con el que puede acceder a contenidos exclusivos en la web www.baileenelsindicato.es durante el proceso de producción. De aquí también la apuesta por Maroño para todo el tema de localizaciones.

¿A qué se refiere?

El guionista, Sergio Balchada, está inmerso en una investigación sobre la participación gallega en el Ejército de Euskadi para la Asociación Sancho de Beurko. De hecho, es oriundo de Marín, en Pontevedra, pero esta casado con una chica de Maroño y lleva unos años afincado en el Valle de Ayala. Él conoce muy bien esta zona y, aunque tenía el guión en la cabeza, lo escribió adaptándose a localizaciones de este pueblo que ya conocía, consciente de la dificultad que entraña el buscarlas por mil motivos tales como existencia de cables, coches, ruidos o la desaparición del escenario. En el rodaje de La batalla de Villarreal -una producción para EITB con la que colaboramos en 2010- por ejemplo, no se pudo grabar en Legutio porque el campo de batalla original esta bajo el agua, y hubo que ir a Nafarrete. Buscar localizaciones es muy complicado y en Maroño, el barrio Ulizar, los montes y bosques del entorno, así como varios templos de la zona que en su día fueron auténticos cuarteles de las milicias resultaban perfectos para el rodaje. Las edificaciones tradicionales que atesora junto a los excelentes paisajes naturales donde se enmarca este pueblo ayalés, nos proporcionaban los escenarios adecuados para trasladarnos a los años 30, mostrando la calle y la parte del pueblo tal y como era entonces, porque no ha variado mucho.

Y para las escenas de batallas o tiroteos ¿no han tenido problemas con los vecinos?

Al contrario. Por parte de la Junta Administrativa y la población todo han sido facilidades, aunque también es cierto que hemos tenido a nuestra entera disposición campas y propiedades de los suegros de Sergio para rodar las escenas de riesgo o almacenar pertrechos. Para no entorpecer la actividad diaria de los habitantes, los rodajes están llevándose a cabo en fin de semana, porque tampoco estamos obligados a cumplir con ningún plazo de entrega. Además, nos venía muy bien esta metodología, porque hay que tener en cuenta que el elenco de actores y actrices, así como figurantes y extras, son voluntarios que entre semana trabajan.

¿Cuáles han sido las principales dificultades a la hora de equipar a toda esta tropa?

(Risas) El mayor problema en cuestiones de asesoramiento estético de la época -a parte de estar pendientes de que no lleven relojes modernos u otros- ha sido, sin duda, el pelo. No puedes pedir a personas voluntarias que se lo corten para caracterizar al personaje que les ha correspondido, así que se lo escondemos. Otra complicación ha sido vestir a la milicia. Un ejército regular lo atavías rápido porque van todos igual, pero el Ejército de Euskadi estaba integrado por batallones civiles o milicias que acudían a la guerra vestidos de casa. Se trataba, en su mayoría, de buzos de trabajo, mucho pantalón de pana y ropa de paño, unos con abarcas y otros con botas que son difíciles de encontrar. Los zapatos de tela que lleva el cura los encontramos en una zapatería antigua a la que le quedaba un par de casualidad, y si no se recurre a sastrería en base a fotografías de la época. Luego les proporcionaban insignias y armamento, pero nada de uniforme.

¿Y las armas?

Cada recreador de la asociación tiene su equipo bélico y vestimenta, y lo aporta cuando se le requiere. En el caso de Baile en el sindicato todo es armamento catalogado en el invierno de 1936-1937, documentado e inutilizado para evitar accidentes. El del Ejército de Euskadi lo integraban armas extranjeras, sobre todo excedentes de la primera Guerra Mundial. Hay mucho en Inglaterra que se puede comprar por Internet. Aquí hemos traído pistolas, una tanqueta y un camión de época, aunque lo más llamativo es la réplica de una ametralladora. Cada vez hay menos y más caro, de ahí que se realicen réplicas exactas. No obstante, hay un mercado más amplio de lo que se cree. Algún listo tuvo visión de futuro y se crearon grandes depósitos.

Cuando surgió Sancho de Beurko en 1998, ¿lo hizo con el objetivo de recrear películas de época?

Para nada, esa faceta llegó después. El objetivo de la asociación siempre ha sido recuperar toda la información posible sobre el Cuerpo de Ejército de Euskadi, incluyendo a las fuerzas expedicionarias asturianas y cántabras, la Marina Auxiliar, las fuerzas de seguridad Ertzaña, o la Guardia de Asalto. En nuestra web www.sanchodebeurko.org se pueden ver las labores que desarrollamos para cumplir este objetivo, mediante varias disciplinas. Una de ellas es la divulgación de la historia mediante ensayos sobre la Guerra Civil en Euskadi, de los que ya hay una decena de trabajos publicados. También trabajamos en la catalogación, estudio y documentación de los restos históricos del sistema defensivo de Bilbao, y fruto de ello fue la apertura del Museo Memorial del Cinturón de Hierro en colaboración con el ayuntamiento de Berango. Lo que ocurre es que contamos con un grupo de recreación histórica con vestuario, armamento y atrezzo de época, que ha hecho que desde 2006 nos hayan llamado para colaborar en diversos proyectos audiovisuales.

De entre el resto de trabajos audiovisuales en los que han colaborado, ¿cuáles destacaría?

Los documentales Diario de un gudari (2006), Durango el bombardeo silenciado (2007) y La Batalla de Villarreal (2010), todos ellos para EITB, y algunos largos como Patria, de Algis Arlauskas (2011), producido para la Televisión Central Rusa, y que en parte fue rodada en Artziniega.