santiago de compostela. Se cumplen 50 años, pero las víctimas del Caso Metílico no han percibido aún las indemnizaciones. El cineasta Emilio Ruiz Barrachina les rinde un homenaje en un documental sobre este envenenamiento masivo del final del franquismo, "que se tapó por intereses políticos y económicos". Para alguien que piensa que los contenidos están por encima de cualquier moda o estadística, y que se toma el cuidado del producto casi como una religión, este trabajo es casi un modo de hacer al menos "justicia moral", puesto que "ahora es imposible indemnizar; todos los afectados por estas bebidas envenenadas han muerto".

Su idea es que este hecho se conozca, puesto que es uno de los mayores envenenamientos que ha habido en España, junto con la colza. "Fue tapado por el Gobierno de Franco, al que no le interesaba que esto saliese a la luz pública. Por eso yo creo que ahora, 50 años después, esto (su documental) es algo como un reconocimiento. Hay cosas que pasan injustamente en la historia", señala.

La base para su trabajo la ha encontrado en el libro Caso Metílico, del periodista ourensano Fernando Méndez. "Me amplió muchísimo este tema, yo sabía que hubo un envenenamiento en los años 60 con licores, pero no la dimensión tan grande que había alcanzado", cuenta. Situándose en esa época, recuerda que entonces no tenían los medios médicos de los que la sociedad dispone ahora, y que muchas de las muertes fueron tratadas como "naturales", así como las cegueras. También que sólo se reconocieron oficialmente 51 fallecimientos, "aunque hubo más de mil", y 9 cegueras permanentes. Barrachina resalta que "hubo un juicio y se tenía constancia de que había habido muchas muertes", e insiste: "Aún así se tapó". La grabación avanzará este verano, y la presentación del filme será antes de que acabe el año. Las localizaciones se concentrarán en los lugares a los que llegaron más partidas de alcohol envenenado: Galicia, Canarias, Barcelona, Andalucía, Madrid y Nueva York.

Barrachina habla de su documental en plena promoción de su película La venta del paraíso, que se estrena este viernes. "Es un reflejo de lo que está pasando, un reflejo de la crisis actual, vista desde los ojos tanto de los que estamos aquí como de los inmigrantes. Nos proporciona una visión desde fuera que nosotros no tenemos. Por eso, hemos contado con ellos para contar la historia, que en el fondo es nuestra propia historia, la de estar esperando", explica a propósito de La venta del paraíso, película que cuenta con la que ha sido la última actuación de la recientemente fallecida Mariví Bilbao.

El cineasta afirma que en España "nos hemos creído que esto iba a ser el paraíso, y de repente nos lo quitan, como una historia bíblica, la historia de Adán y Eva... Es algo así como tenéis el paraíso, y ahora fuera, y te preguntas, ¿pero bueno?, ¿por qué? No hemos cometido ningún pecado. Y es lo que se cuenta en la película; en tono de comedia porque sino no hay forma de contarlo, pero con esa carga dramática que merece. Es una película subversiva". La denomina así porque muchas salas se han negado a pasarla al alegar, detalla, que incita a la revolución: "Yo creo que es la primera vez que se ve la ciudad de Madrid saltando por los aires, que es un poco a lo que lleva este rumbo, a lo que estamos abocados".