vitoria. Santa María camina firme hacia su retorno al culto, que tendrá lugar el 29 de abril de 2012. Pero más de una década de trabajo no habrá servido sólo para devolver a la catedral vieja su actividad religiosa. Los hallazgos del camino también formarán parte del nuevo templo gótico, que divide en dos capas su nueva estructura. En el subsuelo, un espacio expositivo dedicado a una visión del pasado de la ciudad. Y entre estos culturales sótanos y la renovada nave una gran bóveda de mármol negro sobre la que se situará el altar.

Tras la ejecución del plan director, tras las inyecciones a las columnas, tras las excavaciones arqueológicas, tras las visitas guiadas, la catedral no podía volver a ser lo mismo, y busca una hechura híbrida para afrontar el futuro. La gran bóveda de mármol negro -piedra caliza de Markina- será el corazón de este nuevo organismo.

Será una pieza de calderería labrada -15x12 metros- en forma de cruz latina a la que se accederá, desde el nivel de la nave, por cuatro escalinatas ubicadas en sus aspas. Sesenta centímetros es la elevación del conjunto, un tipo de estructura que no se construye en estas dimensiones "desde finales del siglo XIX", apunta el director gerente de la Fundación Catedral Santa María, Juan Ignacio Lasagabaster. Sobre él, en el centro del crucero, además del altar para el oficio, se ubicarán el ambón de la palabra, la sillería del coro de canónigos, la sede del obispo de Vitoria y las imágenes sagradas, aún por escoger.

La recuperación del suelo del templo continúa la construcción de los forjados de las naves de 2007 y 2008. Estructuras de madera de roble apoyadas en arcos de cantería. Todo sobre los cimientos restaurados. El transepto -aspa horizontal del templo- y la girola -la redondeada cabeza de la cruz- repetirán ahora ese proceso, con nuevos arcos de cantería caliza blanca y forjados de roble. "Se trata de aunar soluciones para problemas distintos", explica Leandro Cámara, arquitecto y director técnico de la Fundación Catedral Santa María. Una suerte de puzzle en el que las piedras son las piezas que encajan, mientras los arcos de la bóveda impiden el movimiento de los pilares.

Todo esto a pie de culto, a la altura del feligrés en busca de elevación divina y contacto con su espíritu más allá de las vidrieras. Un uso religioso, el original del templo, que a partir de la finalización de la obra -está previsto que finalice en otoño- se combinará con un segundo nivel paralelo, con un subsuelo que ha aprendido del proceso de restauración y ahora se dedicará a contar la historia de la ciudad que ha ido desvelando con los años.

La cripta, de este modo, propondrá un trayecto expositivo por la historia de la ciudad. Tras sobrepasar todas las expectativas iniciales, el proceso arqueológico descubrió una secuencia de construcciones que mostrará ahora en ese nivel inferior la historia de la ciudad desde la Alta Edad Media hasta la construcción de la catedral. Diez salas de exposiciones -sótanos de girola y transepto-, comunicadas mediante pasarelas y escaleras, sobrevolarán los restos arqueológicos.

El principal espacio expositivo será una gran sala diáfana donde se encuentra el foso defensivo de la primera muralla de la ciudad (siglo XII) y otros restos. Se ganarán así ochocientos metros cuadrados distribuidos en dos plantas subterráneas, el mejor de los escenarios para explicar la evolución del urbanismo de Gasteiz: sistema defensivo, técnicas constructivas, prácticas funerarias...

"No es un museo, es otra cosa más compleja y rica", asegura Lasagabaster, que matiza que esta fase aún está en proceso creativo, desde las raíces y "relacionada con la manera de entender la ciudad desde la torre". El recorrido completo y exhaustivo por todo el templo gótico comienza a vislumbrarse, pero antes "un momento histórico" más debe pasar por el lugar. "Nunca se ha hecho una obra tan profunda como la que vamos a hacer ahora". Santa María sigue camino firme.