Sentadas cómodamente en unos sillones semejantes a dos tronos, Nunila López y Myriam Cameros ojean orgullosas su libro. No tienen corona, tampoco zapatos de cristal, pero podrían definirse como dos cenicientas alternativas que unieron sus talentos para crear un relato nuevo, fresco y ocurrente: La Cenicienta que no quería comer perdices (Planeta) Su fábula ha superado todas sus expectativas, y ahora ha sido editado en euskera por la editorial Txalaparta bajo el título Marizipriztinek ez du zorioneko galeperrik nahi. Pero todo cuento tiene un principio y, en este caso, no comenzó en ningún baile legendario, sino que su arranque fue una petición por parte de un grupo de mujeres maltratadas.
Esa agrupación estimaba que los cuentos tradicionales no les habían aportado una visión real del mundo, sino que, más bien, habían sido predispuestas para llevar la clásica vida narrada en las antiguas novelas. Estaban hartas de finales en los que la felicidad era lograda por la protagonista cuando encontraba a su príncipe, por lo que reclamaron un relato que liquidara esa visión. La cuentacuentos Nunila López fue la que inventó una historia para todas aquellas princesas que no quieren una corona ni una calabaza que se convierta en carruaje. Su cuento aparca la ficción, zambulléndose en una realidad capaz de ser modelada por las mujeres disconformes. En su fábula, no hay un príncipe defensor o protector. La protagonista no lo necesita. Ella, audaz y valerosa, no requiere de nadie para ser feliz. Para representar esta idea, las autoras han recurrido a tres símbolos que manifiestan los obstáculos que la sociedad impone a las cenicientas actuales. El primero es el príncipe, que encarna la opresión que impide a la protagonista lograr la felicidad. Pero, contrariamente a lo que pueda parecer, el libro no es un ataque a los hombres. "Los chicos que lo han leído nos apoyan, les ha gustado mucho", comenta Nunila. Myriam exclama en su sillón, mientras se coloca su gorro naranja, que no quieren que su obra sea vista como una replica al género masculino. "No arremetemos contra los hombres, sólo contra los príncipes". Nunila apoya la explicación añadiendo que "muchos de ellos no quieren salvar a ninguna princesa y, curiosamente, en el libro se sienten identificados con otros personajes, como el amigo republicano con perro".
Cuento feminista Estas artistas definen su cuento como "feminista". "Vivimos en un mundo muy machista", opinan las autoras. Creen que hasta que no se consiga la igualdad, ni el machismo ni el feminismo desaparecerán. Pero saben que es una meta complicada. "Desde el momento que le decimos a un niño que no tiene que llorar o que no puede jugar con muñecas, estamos propagando el machismo", por lo que lo interpretan como algo complicado de suprimir. El segundo eje de la historia tiene como símbolo los zapatos de cristal. Con este último elemento han querido reflejar la esclavitud estética a la que están sometidas las mujeres. Pero esa secta de sumisos a los estereotipos va en aumento, ya que los hombres se están aliando al culto al cuerpo. "Se apuntan a lo que no se tienen que apuntar", exclaman las autoras entre carcajadas. "Parece que ahora la igualdad es que la mujer se haga jefa militar y el hombre se depile las piernas", dice Myriam mirando con complicidad a Nunila. La última base del relato son, precisamente, las perdices. Con ellas muestran que "no debemos maltratar lo que nos comemos", por ello la Cenicienta de su libro es vegetariana.
Mientras charlan, se percibe en el ambiente que las dos comparten la misma visión de la vida. Los dibujos de Myriam se complementan con el relato de Nunila a la perfección. Son como piezas de un mismo puzzle, narrando una historia y creando imágenes para las palabras. Y no ha sido fácil para ellas. Ninguna editorial quiso publicarles su cuento y no tenían dinero para autopublicarlo. Pero como todo cuento vitalista y alegre, su final feliz llegó, aunque se hizo esperar. Su historia comenzó a circular por internet, y se convirtió en todo un fenómeno, consiguiendo reunir los 6.000 euros para editarlo.
Y, de este modo, muchos niños han cambiado los cuentos tradicionales con finales que suenan a campanas de boda por la historia de una Cenicienta sin zapatos de cristal, que se reinventa y comienza una nueva vida, y que lo único que necesita para ser feliz es estar conforme consigo misma.