Miente quien afirma que la gente nunca cambia. ¡Y lo hace con todas las letras! Ejemplos los hay, y muchos, de personas y personajes públicos que han sabido limar su peor versión con el paso de los años. Transformarse en luz entre sombra y oscuridad. Y la gran Pamela Anderson es un buen ejemplo de ello. Poco tiene que ver la actual mujer, comprometida con el clima, los animales y el planeta, con aquella joven a la que, en la década de los 90, convirtieron en el paradigma de la rubia tonta: pelo teñido, pechos operados, y ropa ajustada y diminuta. Su inolvidable papel protagonista en Los vigilantes de la playa la elevó al firmamento sex symbol, y su matrimonio con Tommy Lee protagonizó el que probablemente sea el primer trending topic de la historia: unas grabaciones íntimas con contenido sexual que dieron la vuelta al mundo. Lo mismo le ocurriría años después, por cierto, a otra rubia sin un pelo de tonta: Paris Hilton.
Pero la inteligente Pamela, que siempre protestó por defender que era mucho más de lo que la televisión vendía de ella, ha luchado durante toda una vida por dar a conocer su mejor versión. Esa que bien conoce su amigo Julian Assange: “Pamela ha aprendido a ser políticamente espabilada. Te desarma por su inteligencia y su luz. No tiene nada que ver con la imagen que la gente tiene de ella. Salvo que es un sex symbol, eso no es un mito. Hablamos de muchos temas off the record, no solo de la dirección que está tomando el mundo”. Según palabras del propio Assange a la revista Vanity Fair en septiembre de 2017, su labor en favor de las mujeres y de los animales también es incontestable. “Siempre les digo a mis niños que respeten a las mujeres. Si no las respetan, tampoco me respetan a mí”, ha exclamado Anderson en más de una entrevista. Quizá también para que las páginas de las revistas del corazón recojan ese compromiso social por el que tanto lucha, y que va más allá de los numerosos artículos que versan sobre su vida privada. Esos que estas semanas recogen su último desamor. Solo trece meses después de su quinta boda, Pamela se ha divorciado de Dan Hayhurst, el atractivo escolta del que se prendó en plena pandemia del Covid-19.