En el siempre majestuoso y atmosférico Antiguo Depósito de Aguas, el artista Pablo Milicua ha presentado una exposición que desborda el espacio. Es todo un desafío lograr capturar la atención de un lugar tan imponente, pero Milicua lo ha conseguido, ofreciendo un caleidoscopio barroco de “maravillas artísticas” que nos transporta a los renacentistas “gabinetes de curiosidades”, antecesores de los actuales museos. Bajo el título de Milicua Museum, el artista abraza una estética acumulativa, que se hace palpable en cada rincón de esta muestra.

La primera área, denominada Museum, es una suerte de autorretrato y autobiografía del propio Milicua. A través de fotografías y retratos pintados, el artista se presenta como un ventrílocuo vasco, acompañado de un osito y una txapela, evocando una atmósfera circense y hasta recreando la figura de un Van Gogh sin oreja. Su universo personal se funde con su colección de objetos y obras, entre las que destaca la emblemática Motorino de la colección Artium, creada durante su estancia en Roma. También llaman la atención sus característicos ositos de peluche cubiertos de abalorios y mosaicos, algunos de gran tamaño, como el impresionante trabajo realizado para el futbolista Iván Helguera.

La Estatua de Sal nos sumerge en la trayectoria artística de Milicua, centrándose en sus esculturas y collages pictóricos a lo largo de décadas, desde sus inicios en la década de 1980 hasta sus creaciones más recientes, como la imponente cabeza de Marcel Duchamp.

En El Mar Interior, una impactante instalación, el artista exhibe objetos encontrados y coleccionados a lo largo del tiempo. Cráneos de animales, fragmentos de casas modernistas desgastadas por el mar, redes de pesca y otros tesoros inusuales se mezclan en un conjunto mágico.

Esta clasificación, de alguna manera, ordena el Milicua Museum, como lo hacían los antiguos “gabinetes de curiosidades” o “cuartos de maravillas” al clasificar objetos curiosos traídos de lejanos y exóticos países en cuatro imaginativas categorías: naturalia, artificialia, scienciffica y exótica.

La exposición es un despliegue a lo largo del tiempo del personal universo de Milicua, fusionando creaciones desde su residencia en Vitoria hasta sus obras más recientes. Destaca aspectos de la realidad que a menudo pasan desapercibidos, invitando al espectador a apreciar la belleza en lo cotidiano.

El artista nos brinda su propio museo efímero, una versión ampliada de su anterior Petit Milicua Museum, convirtiendo el Depósito en una suerte de catedral barroca, llena de maravillas y sorpresas.

En resumen, Milicua Museum es un despliegue barroco de maravillas artísticas que cautiva al espectador y lo sumerge en el fascinante mundo creativo de Pablo Milicua. Una exposición que no dejará a nadie indiferente y que estará abierta hasta el 1 de octubre para todos aquellos que deseen disfrutar este verano del arte.