Hoy, el hoy en que usted está leyendo, me he despertado con ganas de hacer muchas cosas. Este insólito y positivo deseo ha llegado a mi cabeza y, mientras dormía, se ha acurrucado conmigo. ¿Por qué? Sencillo. Ayer oí numerosos podcast y, en muchos, decían que yo soy única, yo puedo con todo, he venido al mundo para ser feliz, yo soy capaz de desear el más loco sueño y conseguirlo. Yo, yo, yo y yo. Sentí un profundo anhelo de seguir los consejos que me daban cada uno de los sabios que hablaban. Pero esta bonhomía no es verdad en muchos discursos. El yo no es tan importante como el nosotros. Nada es fácil, lo “único” necesario es dar, escuchar, perdonar y ayudar. Un programa con muchos escalones.
El podcast del maestro Iñigo Pirfano –director de orquesta, escritor, conferenciante y numerosas cosas más– es el que más me llegó al corazón. Le gustaba la música desde niño, pero antes estudió Filosofía y Letras. Con 16 años decidió no ver más la televisión, porque se sentía manipulado y había dejado de leer. Entonces, se dio cuenta que, cuando uno deja de leer, deja de pensar críticamente.
El maestro siguió hablando de superación, constancia, trabajo y estudio. Dijo una frase que me está haciendo pensar desde que me he levantado: “¿Quieres ser locomotora o vagón?”. Soy mayor para conducir un tren –metafóricamente hablando–, pero no me gusta que me arrastren. No quiero ser vagón. A veces, consciente o no, me he dejado llevar sin esfuerzo. Mal. Pienso que, humildemente, hay que soltarse del vagón para entrar silenciosamente en la locomotora, con el maquinista. La llegada de una locomotora al final de estación, es gloriosa.
Vivimos en un mundo de dudas, replegados en nosotros mismos, en un no puedo permanente. Hay que tirar por la ventanilla del tren el no puedo y luchar mucho para llegar a la locomotora. Este camino implica ayudar a los demás. El maestro Pirfano, regala sus vacaciones, totalmente gratis, para enseñar las sinfonías de Beethoven en hospitales y pueblos perdidos de Bolivia, Paraguay, Perú… Allí, lejos del mundanal ruido, una gran mayoría, enfermos y lugareños, lloraban de emoción al oír la música. No conocían a Beethoven.
Entre tanto ruido de donaciones millonarias de famosos a ONG (algunos, para desgravar impuestos) nos sentimos pequeños. Sin duda, si pensamos despacio, algo podemos hacer. No soy importante para el mundo, pero, a veces, un abrazo y una sonrisa es suficiente.
El Maestro Pirfano contaba que una vez vio en el metro un cartel grande, solo tenía pintado un 1. Se acercó curioso para saber qué anunciaba ese 1 solo. Se quedo impresionado. Dentro del 1 se leía: “Tú puedes empezar a cambiar el mundo”.
Al margen de esta gran enseñanza, nosotros, que no apagamos la televisión, podemos ver cosas tan curiosas como un grupo de señoras de mediana edad, que se reúnen semanalmente para hablar de sus niños y sus cuidados. Esos “niños”, son muñecos casi humanos. Espantada vi un recién nacido de látex, otro bebé – fabricado con el mismo material- de seis meses, etc. Los niños-muñeco permanecían acunados en el regazo de sus supuestas madres que comentaban las novedades (¿?) de los niños. Una decía así no le tengo que cambiar el pañal, otra no llora y tampoco se mancha. Algunas daban afanosamente biberones a sus supuestos bebés. “De esta forma, no tenemos que tener hijos y sufrir”, afirmaba una mujer aparentemente sensata. Me quedó un gusto amargo y, también, de miedo viendo aquellos seres que parecían pedir caricias y mimos. Además —comentaron—, cuando se iban de viaje dejaban el “bebé” a sus abuelos o vecinos. Esta situación, pero real, se vive con normalidad en la sociedad. Una pareja joven no se decide a tener hijos porque no pueden cuidarlos sus abuelos.
Sin comentarios.
Aún hay más sorpresas. El último coche que he visto anunciado en televisión, ya no necesita chicas guapas y caballeros interesantes. El spot lo presentaban dos máquinas que se movían como robots.
Estamos creando una sociedad egoísta que no piensa más que en si misma. Creo que nos estamos precipitando al final de la familia. Menos mal que “tú puedes empezar a cambiar el mundo” y, por supuesto, ser locomotora.
* Periodista y escritora