laro que Gernika es Bucha, o Mariúpol. O la Desbandá en la carretera Málaga-Almería, también en 1937 donde un corredor por el que huían miles de personas fue cobardemente atacado por mar y aire por los sublevados. O Katyn -hoy Rusia- donde la policía secreta soviética asesinó a miles de oficiales, policías, intelectuales y civiles polacos. O Kathyn (Jatyn, Bielorrusia) en 1943, donde esta aldea fue arrasada por un batallón nazi mayoritariamente compuesto por ucranianos. Alepo, Chechenia, Mali... las masacres de civiles son brutalmente habituales en todas las guerras, en todos los bandos. Y en general, impunes. El negacionismo de estas barbaries nació al mismo tiempo que se perpetraban: para Franco, el bombardeo de Gernika no existió, fue obra de los rojo-separatistas; para el régimen de Stalin, la matanza de Katyn la cometieron los alemanes. La mentira al servicio de la guerra y su causa.
Supimos la verdad de lo que pasó en Gernika gracias a un periodista, George Steer, que lo contó al mundo. Conocimos lo que sucedió en realidad en la carretera de Málaga, en Katyn o en Jartyn gracias a los testimonios de los supervivientes, recogidos después -a veces, muy a duras penas- por la prensa. Pero ahora las mentiras sobre Bucha, las versiones rusas sobre los crímenes que se perpetraron, los apologetas de que hay que escuchar y dar igual credibilidad a “ambas versiones”, sucumben estrepitosamente. La presencia de la prensa internacional, de periodistas que, como Steer, nos cuentan y enseñan lo que pasó con la inestimable ayuda de la tecnología moderna -vídeos, imágenes satelitales, móviles- y con los aterradores testimonios en vivo de los supervivientes. Cuando los rusos abandonen Mariúpol y entren los periodistas, volveremos a sentir el horror. Volodimir Zelenski aludió a Gernika, acertadamente. Pero la extrema derecha -los fachas/nazis- y la extrema izquierda -los rojos/bolcheviques- se han enfadado. En el fondo, porque coinciden con que unos -los agresores- no son “tan malos” y los otros -los masacrados- no eran “tan buenos”. Porca miseria.