Otoño es una estación asociada al final del verano, el regreso a la rutina y el inicio de nuevos proyectos. No obstante, hay un fenómeno menos conocido pero igualmente recurrente: un aumento en los divorcios y separaciones. Diversos estudios indican que este mes es uno de los periodos con mayor número de rupturas en matrimonios y noviazgos.
Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Qué factores inciden en este aumento? A continuación, analizamos las posibles causas detrás de este fenómeno.
El final del verano
El verano suele ser una época en la que desconectamos de la rutina y descansamos en pareja o en familia. Sin embargo, la convivencia durante las vacaciones puede generar problemas que durante el año no se aprecian debido a la rutina
Cuando llega el verano, se da una convivencia mucho más estrecha que, en algunos casos, resulta agobiante. La falta de tiempo para uno mismo, las expectativas frustradas sobre las vacaciones o el desgaste en la relación pueden llevar a que pequeños roces se conviertan en grandes problemas.
De hecho, un estudio de la Universidad de Washington señala que los meses de marzo y septiembre son los picos en las tasas de divorcio en varios países. Esta época marca el regreso a la rutina y, en muchos casos, los problemas que surgen durante el verano no se resuelven..
Expectativas vs. realidad
Otro de los aspectos que impulsan las separaciones en otoño es la llamada “vuelta a la realidad”. Tras el verano, las parejas deben enfrentarse de nuevo a sus obligaciones cotidianas, lo que a menudo pone en evidencia que los problemas no desaparecen, sino que se postergan.
Las vacaciones suelen generar expectativas muy altas. Las personas esperan desconectar, disfrutar y fortalecer sus lazos afectivos. Aun así, cuando las expectativas no se cumplen, el sentimiento de decepción puede ser profundo.
Además, aquellos problemas que se “guardaron bajo la alfombra” durante el resto del año pueden reaparecer con mayor intensidad. La vuelta a casa después de un verano decepcionante puede actuar como un catalizador que precipita una ruptura definitiva.
El estrés
Septiembre no solo marca el final del verano, sino también el comienzo de un periodo cargado de responsabilidades: la vuelta al trabajo, el inicio del curso escolar para los hijos, etc. Este cúmulo de responsabilidades puede generar un nivel de estrés considerable, que a su vez aumenta las tensiones dentro de la relación de pareja.
Cuando una relación ya está desgastada, este tipo de situaciones puede hacer que las discusiones se intensifiquen. Lo que antes era un simple desacuerdo puede convertirse en una pelea constante y, finalmente, en una ruptura.
Según expertos en relaciones, el estrés es uno de los motivos que más contribuye a las separaciones. Y el estrés post-vacacional, combinado con problemas previos en la relación, puede dinamitar todo.
Necesidad de cambios
Otro factor que influye en las rupturas de otoño es la sensación de "reinicio" que trae este mes. Así como muchas personas ven el inicio de un nuevo año como una oportunidad para hacer cambios en su vida, septiembre también se percibe de manera similar.
Tras el descanso del verano, algunos sienten la necesidad de hacer ajustes en su vida personal, profesional y, en algunos casos, sentimental.
Las personas que han estado reflexionando sobre su relación durante el verano pueden decidir en septiembre que es el momento adecuado para poner fin a su matrimonio o convivencia.
Un proceso ya en marcha
Según los abogados de familia, muchas parejas ya vienen arrastrando problemas antes del verano, pero esperan un tiempo para tomar una decisión definitiva.
Esto puede deberse a razones prácticas, como no querer afectar a los hijos durante un periodo que debería ser de disfrute, o porque desean darle una última oportunidad a la relación.