Hay un ámbito muy común que hacemos a diario pero que no siempre se le presta la atención que merece: el lavado de cara. Porque hacerlo correctamente marca la diferencia entre una piel sana y otra descuidada. Es por eso que saber hacerlo como es debido ayuda a mantener el rostro en buenas condiciones y a prevenir el envejecimiento.
Con una buena rutina, se eliminan impurezas, piel muerta, se protege la barrera natural del cutis y se evitan irritaciones. Pero hay que saber hacerlo correctamente, porque, aunque sea un hábito frecuente, no es tan sencillo como parece.
Un buen cuidado de cara
Para salir de dudas, Ana Molina, una de las voces con más autoridad dentro del cuidado facial, ha explicado en un reciente vídeo de sus redes sociales cómo llevar a cabo todo este proceso y qué errores no debemos cometer jamás para asegurar el equilibrio del rostro.
No fijarse en los detalles
Limpiar solo lo que se ve es uno de los errores más frecuentes. Esto ocurre porque muchas personas se fijan en la parte central del rostro y olvidan otras partes como la cabeza, detrás de las orejas o la mandíbula, donde se concentran restos de productos de belleza.
Si no se presta atención a estas partes, puede provocar granitos en el borde de la cara, que normalmente son brotes que surgen a causa de residuos cosméticos.
La temperatura del agua
El segundo error es usar agua demasiado caliente. Se piensa que el calor “abre los poros”, cuando en realidad no es más que un mito y no beneficia para nada a la salud de la piel.
Al contrario de lo que se piensa, el agua caliente puede dañar los aceites naturales que cuidan la piel, dejándola tirante, roja y más sensible. Por lo tanto, es mejor apostar por el agua templada para que el cutis se mantenga en buen estado.
El secado también importa
Finalmente, otra equivocación está relacionada con el secado. Es decir, aplicar la misma toalla de cuerpo para la cara es un grave error, pues en ellas se concentran bacterias, células muertas y otras partículas.
En su lugar, hay que usar una toalla facial exclusiva o un pañuelo de algodón limpio y cambiarlo al de unos días, para evitar brotes de acné.
Más consejos que marcan la diferencia
Lavar la cara correctamente es muy sencillo y hay muchas más pautas que las tres que hemos mencionado antes. Una de ellas, la más conocida, es lavarse las manos antes de tocar el rostro para no mover suciedad o grasa.
Asimismo, se recomienda elegir un limpiador suave en función del tipo de piel que se tenga y frotar suavemente. Más tarde, utilizar un tónico y una crema hidratante para que la piel recupere su estado natural y hacer que conserve su brillo.
Porque una buena rutina facial no se reduce solo a los productos que utilizamos. Dedicando unos minutos al día y con las técnicas ideales, conseguiremos que la cara luzca más atractiva y se mantenga sana por más tiempo.
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