Con la llegada del invierno, nuestra piel tiene un desafío por delante: hacer frente a las bajas temperaturas. De hecho, hay una zona de nuestro cuerpo que es especialmente vulnerable al frío: las manos. Y es que el ambiente helador, el viento, la humedad y muchos más factores pueden provocar sequedad, grietas y sensibilidad en ellas. 

Por lo tanto, cuidar nuestras manos con atención durante esta temporada es fundamental. De este modo, las mantenemos suaves, hidratadas y bien protegidas en los meses más duros del año en lo que a frío respecta. 

Unas manos bien cuidadas

A continuación, repasamos unas cuantas estrategias para conseguir que nuestras manos luzcan impecables y libres de sequedad en estos meses invernales. 

El lavado adecuado: la base del cuidado

Uno de los hábitos más cotidianos, el lavado de manos, puede ser un arma de doble filo si no se realiza correctamente. Aunque es esencial para mantener la higiene y prevenir la propagación de virus y bacterias, el uso de jabones agresivos puede despojar a la piel de su barrera protectora natural.

Ante esta situación, la solución es fácil: aplica un jabón suave, preferiblemente enriquecido con ingredientes naturales y agentes hidratantes. Este tipo de jabones respetan el pH de la piel, ayudando a mantener su hidratación natural.

Además, las manos deben secarse bien tras el lavado, utilizando una toalla de algodón o papel absorbente. Hazlo con suaves toques en lugar de frotar para evitar irritaciones y eliminar cualquier rastro de humedad que pueda contribuir al daño cutáneo.

Primer plano de las manos de una mujer Freepik

Los guantes, tu mejor aliado contra el frío

Aunque no siempre resulte cómodo, el uso de guantes es una medida eficaz para proteger tus manos del impacto del clima. Estos accesorios actúan como una barrera física contra el viento, la humedad y las bajas temperaturas, principales enemigos de la piel durante el invierno.

Elige guantes confeccionados con materiales naturales como lana o algodón, que son suaves al tacto y permiten que la piel respire. Si puedes, llévalos contigo siempre que salgas de casa para asegurarte de que tus manos están bien cubiertas en todo momento.

La importancia de la hidratación regular

La hidratación es la clave para mantener unas manos saludables en invierno. Aplicar crema de manos debe convertirse en un hábito constante y no un gesto ocasional. Lo ideal es tener una crema en lugares estratégicos como el baño, la mesita de noche y el bolso, de manera que puedas utilizarla después de cada lavado.

Las cremas específicas para manos suelen estar formuladas con ingredientes nutritivos y reparadores como la glicerina, la manteca de karité o los aceites naturales. Estas sustancias restauran la barrera cutánea y ayudan  a prevenir la pérdida de hidratación, proporcionando alivio y suavidad.

Masaje de manos.

Tratamientos intensivos para un cuidado extra

Para aquellas personas que experimentan mayor sequedad o quieren regalarle a sus manos un cuidado intensivo, existe un truco infalible. 

Una vez por semana, aplica una cantidad generosa de crema hidratante en las manos antes de ir a dormir. Luego, cúbrelas con unos guantes de algodón, que actuarán como una especie de "mascarilla nocturna". 

Con este tratamiento,  la crema se absorbe profundamente durante la noche, potenciando sus efectos reparadores. Al despertar, tus manos estarán notablemente más suaves, hidratadas y libres de asperezas.

Hábitos que marcan la diferencia

Al margen de las medidas anteriores, hay pequeños gestos diarios que pueden marcar una gran diferencia en el estado de tus manos durante el invierno. 

Por ejemplo, evita el contacto directo con productos de limpieza agresivos usando guantes de goma y asegúrate de beber suficiente agua para mantener tu piel hidratada desde el interior.

Si tu rutina incluye pasar mucho tiempo al aire libre, considera llevar contigo un bálsamo reparador para aplicar en los puntos más sensibles, como las cutículas y los nudillos, que suelen ser los primeros en resentirse con el frío.

Una mujer se aplica crema hidratante en las manos. Freepik

¿Por qué las manos sufren con el frío?

Las manos sufren en invierno porque la piel en esta zona es más fina y tiene menos glándulas sebáceas, lo que reduce su capacidad de retener hidratación. 

El frío, el viento y la baja humedad ambiental alteran la barrera protectora de la piel, provocando sequedad, irritación y grietas. Del mismo modo, la exposición a cambios bruscos de temperatura, como pasar del exterior al interior, intensifica el daño.