La piscina es uno de los puntos de la casa que más se usan en verano. Ya sea para refrescarse, nadar o simplemente, descansar un rato, es un espacio que conviene tener en perfecto estado por estas fechas. Para ello, hay que cuidarla a lo largo de todo el año, no solo en la temporada estival. 

Pero, en la práctica, muchas veces se olvida por completo y no se hace hasta última hora. Un momento en el que la limpieza se convierte en más importante que nunca y en el que hay que saber muy bien qué métodos llevar a cabo. 

El inicio del proceso

El primer paso es quitar toda la suciedad visible como las ramas, hojas, polvo, vegetación, etc., que se haya formado en el agua de la piscina y sus alrededores. También debemos retirar los insectos, siendo las avispas o mosquitos los más habituales

Un recogehojas es otro recurso muy útil para dejar el agua sin deshechos, así como cepillar a conciencia el fondo y las paredes, quitando todos los restos y partículas que se hayan acumulado en esas zonas. 

Del mismo modo, se puede cubrir la piscina durante la noche para que no se apilen más residuos al no estar usándose, y al día siguiente habrá menos acumulación de sobras en el recinto. 

Una piscina de una urbanización. EP

Una alternativa eficaz al cloro

En estos años, muchas personas han apostado por estrategias poco agresivas en comparación al cloro. Una de ellas es el peróxido de hidrógeno o agua oxigenada en alta concentración, que elimina microorganismos y bacterias sin dejar residuos. 

Su eficacia está más que probada: no deja olores, ni restos novios y no estropea la piel ni los trajes de baño. Además, este truco se puede complementar con los clásicos sistemas de limpieza para que el proceso sea más eficaz. 

Aun así, el cuidado de la piscina debe hacerse en dos fases: la primera de ellas, al menos una vez por semana, limpiando el fondo para controlar los niveles de cloro, asegurando que la bomba funcione ocho horas diarias.

Por otro lado, la limpieza profunda se recomienda hacer una vez al mes. Se trata de cepillar paredes para quitar partículas casi invisibles, al igual que revisar el estado del filtro, limpiándose si se ha quedado atascado. 

Vista general de una piscina al exterior Pexels

Otros métodos para mantener el agua impecable

Más allá de los trucos que hemos visto, hay alternativas para que el agua de la piscina se mantenga limpia y segura. Uno de ellos es la salinización: se basa en usar sal común para crear cloro de forma natural, de modo que sea un tratamiento más suave para el cuerpo. 

Tampoco podemos olvidarnos de los sistemas de ozono, que acaban con los microorganismos sin dejar restos químicos. Asimismo, la luz ultravioleta pone fin a los virus, bacterias, algas y demás partículas a través de la radiación. 

Elegir un método u otro dependerá, en gran medida, de las características de la propia piscina y su tamaño. En cualquier caso, la mejor solución es acudir a un experto para conocer su veredicto acerca de este tema.