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El imposible equilibrio interior en el Baskonia

Kurucs, que protagoniza un buen debut como azulgrana, y Sedekerskis ejercen como ‘cinco’ de circunstancias en otra noche de sufrimiento

En imágenes: Todas las fotos del Baskonia-Panathinaikos (84-86)Jorge Muñoz

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Este Baskonia sigue siendo un equipo cogido con alfileres. Hasta en los buenos momentos que protagoniza durante los partidos, deja entrever que es un grupo carente de la estabilidad suficiente para codearse al más alto nivel.

Frente al Panathinaikos resultó admirable el tesón y la fe para agarrarse a una velada completamente dominada por el ogro griego. Tan solo se vio sepultado por una canasta de ese extraterrestre llamado Kendrick Nunn sobre la bocina tras rebelarse de forma admirable en los compases finales, si bien resulta difícil obrar milagros cuando existe un desequilibrio tan latente entre la cuerda interior y exterior.

Pese al aciago momento que vive Markus Howard, el azulgrana volvió a ser un conjunto volcado hacia el perímetro que incurrió en los mismos errores que durante jornadas precedentes.

Penalizado por su escaso acierto exterior o las facilidades defensivas tras los cambios automáticos que permitían al Panathinaikos anotar canastas sencillas cerca del aro como consecuencia de la superioridad física de Osman y compañía, el Baskonia también purgó su debilidad en el cierre del rebote (13 segundas opciones para los griegos). Y sus pérdidas de balón –un total de 16– le dejaron igualmente herido de muerte.

El empuje de jugadores como Tadas, Luwawu-Cabarrot y, en la recta final, de Forrest no fue suficiente para el conjunto de Galbiati, que ante las escasas prestaciones de sus hombres altos tuvo que recurrir a una atípica pareja interior para sobrevivir en algún tramo del partido.

Kurucs, atento en defensa a Nunn

Tadas y el reaparecido Kurucs, ambos muy lejos de su tono físico ideal tras los problemas físicos acaecidos en la pretemporada, ofrecieron una buena respuesta ante la poderosa batería interior en manos de Ataman, todavía huérfano eso sí de Mathías Lessort.

El lituano acabó el choque con dobles figuras y, pese a que todavía carece de esa exuberancia física de la que ha hecho en otros momentos de su carrera, su simple presencia ayuda a aportar valiosos intangibles. En el caso de Kurucs, sus primeros minutos con la elástica azulgrana fueron muy positivos. Demostró su facilidad para correr el campo y en uno de sus costa a costa, por ejemplo, fue capaz de ir a la línea de tiros libres justo antes del intermedio.

Diop y Samanic, bajo mínimos

El rendimiento de Diop y Samanic volvió a estar por debajo de lo esperado, lo que obligó a Galbiati a innovar con jugadores fuera de su posición. El senegalés, apretado por las faltas, tan solo anotó una canasta en juego y rehuyó atacar el aro heleno en alguna jugada donde recibió el balón a dos metros del aro.

En el caso de Samanic, apenas permaneció tres minutos en pista tras perder un balón, hacer faltas ingenuas en ataque por moverse en el bloqueo y ser un coladero en la defensa del dos por dos. Por primera vez, recibió pitos de camino al banquillo. La afición del Baskonia perdona muchas cosas, no así la falta de casta y espíritu guerrillero. Queda claro que reforzar la zona es una asignatura pendiente.