El camino del Baskonia en la Euroliga llegó a su fin este miércoles. Después de las dos derrotas sufridas en el WiZink Center, donde fueron claramente inferiores, los gasteiztarras afrontaron el primer duelo en el Buesa Arena como su gran oportunidad para ponerle emoción a la eliminatoria, y a punto estuvieron de conseguirlo.
La victoria fue un desenlace realista durante muchos minutos, pero el físico terminó decantando la balanza en favor del Real Madrid.
Pese a sufrir de nuevo en defensa, sobre todo en la 'pintura', como había hecho en sus dos primeros compromisos de la serie, el Baskonia sí que mostró esta vez su versión más temible en ataque.
Fue, en concreto, mucho más agresivo en esa parcela e impuso, ya desde el principio, un ritmo vertiginoso que generó muchos problemas al conjunto blanco.
Esto último tuvo su incidencia en el marcador gracias al acierto en el juego exterior, con unos Vanja Marinkovic y Niko Rogkavopoulos muy enchufados. Sus actuaciones, eso sí, se quedaron un escalón por debajo de las de los dos grandes protagonistas de la noche para los azulgranas: Codi Miller-Mcintyre y Markus Howard, quienes mantuvieron la esperanza hasta el final.
El base de Carolina del Norte fue el baskonista que más minutos se mantuvo sobre la cancha del Buesa Arena (35:59). Aportó desde la línea de tres (2/4) –aun mostrándose algo timorato en varias ocasiones– y acabó como el tercer mayor anotador (17) y el principal asistente (11) y reboteador (7) del equipo.
Además, fue de los pocos que se atrevió a entrar a canasta, lo cual le jugó alguna mala pasada con el gigantesco Edy Tavares.
Howard, por su parte, no tuvo la constancia que a Dusko Ivanovic le hubiera gustado, pero sí dejó tramos de pura magia –y eso que Chus Mateo le exigió al máximo con las marcas de Mario Hezonja y Gabriel Deck–.
Fue, con 29 puntos, el gran anotador de la velada y, al acaparar todas las miradas, dio libertad al resto de compañeros.
Lo que, sin embargo, terminó sentenciando al Baskonia fue la superioridad física del Real Madrid. Aunque los gasteiztarras nunca tiraron la toalla –buena muestra de ello es que hubo opciones hasta el último minuto–, sí que se apreciaron varios momentos de bajón que aprovecharon los blancos para ponerse por delante y acabar sumando el tercer y definitivo triunfo de la serie.
La rotación fue escasa y poco efectiva en el caso de los azulgranas –ni Chiozza, ni Díez ni Tadas ni Kotsar tuvieron su noche– y todo lo contrario en la escuadra madridista. La aportación de revulsivos como Sergio Rodríguez y Llull tuvo parte de la culpa de una derrota que echó el telón a una dignísima Euroliga