Entregados en cuerpo y alma desde el primer hasta el último minuto. Un Buesa Arena a rebosar se volcó con su equipo durante todo el partido. Infatigables al desaliento.
El fortín de Zurbano colgó una vez más el cartel de no hay billetes. La ocasión lo merecía. Enfrente estaba todo un Real Madrid, el mejor equipo del momento tanto en la Euroliga como en la ACB, y además estaba en juego la clasificación para la Copa del Rey.
Pese a que el partido no marchaba según lo esperado, la fiel hinchada azulgrana no dejó de animar a los suyos. Los 15.313 fieles que se dieron cita en el fortín azulgrana, la segunda mejor entrada en lo que va de curso, se desgañitaron ya desde la presentación de los jugadores.
Silbidos atronadores mientras el 'speaker' iba pronunciado el nombre de los pupilos de Chus Mateo.
Los decibelios fueron en aumento cuando llegó el turno de Yabusele o Llull. El Buesa Arena no olvida las afrentas del jugador francés y así se lo hizo saber antes del inicio del duelo.
Todos puestos en pie para ir aumentando el ritmo de los aplausos siguiendo a un director de orquesta como Aker con el que calentar aún más el ambiente antes del pitido inicial.
Metidos de lleno con tal de llevar en volandas al Baskonia hacia la victoria.
La grada del Buesa tuvo una vez más un comportamiento ejemplar. Presionando con su griterío, apoyando a los suyos de forma incondicional a las duras y a las maduras y despidiendo con un agradecido aplauso una vez que se consumó la derrota frente al conjunto blanco. Su apoyo no fue suficiente.