El nuevo entrenador del Baskonia, Dusko Ivanovic, no necesita carta de presentación ante una afición y una ciudad que lo conoce a las mil maravillas de sus tres etapas anteriores en el Buesa Arena (2000-2005, 2008-2012 y 2019-21). Su palmarés, con tres ligas ACB, tres Copas del Rey y una Supercopa, lo respalda como el técnico más exitoso de la historia del el club gasteiztarra y su capacidad para dirigir un banquillo está fuera de toda duda.

Eso sí, se antoja difícil que pueda obtener resultados desde el principio con una plantilla en cuadro con hasta ocho jugadores mermados físicamente ahora mismo y profundas carencias en el juego, especialmente en el puesto de base. Pese a ello, si hay alguien que ha demostrado en las últimas temporadas su capacidad para levantar la moral de combinados en situación de crisis, ese es sin duda el técnico montenegrino, que se está especializando en esa tarea en sus últimas experiencias como entrenador.

Sin ir más lejos, en su última etapa en el Baskonia, que comenzó en diciembre de 2019, se encontró con una situación similar a la actual y supo revertirla e incluso terminar la temporada alzando el título de campeón de liga. El cuadro gasteiztarra, dirigido por aquel entonces por Velimir Perasovic, había perdido completamente su identidad y no había acertado en el mercado de fichajes con apuestas fallidas como la de Nik Stauskas. A ello hay que añadirle los contratiempos que supusieron las lesiones de larga duración de Jayson Granger en el primer partido de la temporada y posteriormente de Patricio Garino, en línea con la situación que se está viviendo actualmente.

Pues bien, con la llegada de Ivanovic el juego azulgrana comenzó a reflotar y, tras el parón por la pandemia, fue el primero en ponerse manos a la obra y logró llegar con la mejor preparación posible a la burbuja de Valencia, donde se alzó con el título de campeón de liga derrotando al Barça en la final.

Algo similar ocurrió la pasada campaña en el Estrella Roja. El ahora preparador azulgrana llegó a un proyecto a la deriva que tras una gran inversión en verano registraba un balance de 1-6 en la Euroliga. Pues bien, Dusko impuso su férreo método desde el primer día, la defensa del conjunto serbio mejoró notablemente y logró encadenar seis victorias consecutivas en el torneo continental, igualando así el mejor registro de un equipo tras cambiar de entrenador en la historia del campeonato.

La mejoría no le sirvió para alcanzar el ansiado play off, pero sí que terminó ganando la liga serbia y se quedó a las puertas de obtener también el título de campeón de la Liga Adriática, en la que cayó por 3-2 ante el Partizan en la final.