El Baskonia disfrutó ayer de una tarde relativamente plácida en la que sumó una nueva victoria a costa de un Fuenlabrada al que sometió sin apuros. Pese a la resistencia planteada por la modesta escuadra madrileña y su más que correcta puesta en escena, el TD Systems fue capaz de poner casi siempre una marcha más y con ese ritmo superior minar poco a poco a su oponente hasta llevarlo a la rendición. Para ello, Dusko Ivanovic recurrió a todas las piezas a su disposición y la buena respuesta general de todas ellas permitió que ese amplio repertorio ofreciese al cuadro local un plus que no encontró respuesta en su adversario.

Sin embargo, en la cada vez más engrasada maquinaria azulgrana continúa apareciendo un eslabón todavía suelto. Se trata de Zoran Dragic, que ayer volvió a rubricar una actuación bastante gris y no termina de subirse al carro al que sus compañeros están imprimiendo una velocidad cada vez más elevada.

El duelo ante el Fuenlabrada se presentaba como una oportunidad propicia para que el esloveno se reencontrase con su mejor versión y recuperase la intensidad, el acierto y la visión de juego que le convirtieron en una pieza fundamental en la escuadra de Zurbano tiempo atrás. Sin embargo, ese perfil de jugador siempre útil que aparece en el momento más necesario tampoco terminó de hacer acto de presencia ayer en el Buesa Arena.

En una cita en la que nada menos que siete integrantes de la plantilla azulgrana anotaron diez o más puntos, el escolta pasó de puntillas por la pista y apenas tuvo protagonismo en los catorce minutos que disputó. Así lo refleja una estadística en la que únicamente aparecen los dos tiros libres convertidos -de cuatro intentados- como escaso bagaje anotador. Además, erró otros tres lanzamientos (uno de dos y sendos triples). La faceta en la que más contribuyó al éxito colectivo fue en el rebote, con tres capturas bajo su propio tablero y dos ofensivas. A ello le añadió una asistencia, dos faltas personales cometidas y una pérdida de balón.

Números sin duda demasiado planos para un jugador acostumbrado a tener un impacto importante en los partidos aun estando pocos minutos en pista. Una evidencia que no pasa inadvertida ni mucho menos para el propio protagonista, que hace tiempo que no exhibe el carácter efervescente con el ha hecho disfrutar a los seguidores azulgranas. Un reflejo de ello es la técnica con la que fue castigado ayer cuando, en una acción fortuita, un rival cayó sobre su pierna provocando una enérgica reacción -que no venía a cuento- de Dragic.

Claro que la situación por la que está atravesando el esloveno no es sencilla. Y es que una de las razones que sin duda puede explicar su bajón es la fractura en un dedo de la mano derecha con la que lleva semanas jugando. Por otro lado, Dusko Ivanovic se está decantando con frecuencia esta temporada por poner sobre el parqué quintetos con cuatro jugadores grandes, lo que provoca que Dragic sea el principal damnificado en lo que a cuota de minutos se refiere.

Pero si algo ha demostrado el esloveno a lo largo de su ya dilatada carrera es que se trata de un guerrero que no da ninguna batalla por perdida y, a buen seguro, hará lo imposible por engarzar de nuevo el eslabón suelto al resto de la joya.