- Por fin una noche relativamente plácida y exenta de sobresaltos. Dentro de la dificultad que entraña cualquier velada de la Euroliga, el TD Systems facturó ayer una de las victorias más convincentes de la actual temporada. Ganó y esta vez convenció un equipo vitoriano que apenas tardó tres minutos en despojarse las legañas y contó por fin con una deslumbrante versión de un fichaje al que el baskonismo esperaba desde hace tiempo como agua de mayo: Alec Peters.
La devastadora pegada del cuatro estadounidense empequeñeció al Fenerbahce, una triste sombra en la actualidad del coloso que ha merodeado el título durante las últimas ediciones continentales. Eclipsado hasta ahora por Polonara, el ex del CSKA y Efes rubricó una aparición deslumbrante en un partido que se complicó más de la cuenta. Merced a un variado repertorio ofensivo que incluyó canastas de todos los colores, se bastó por sí solo para mantener a raya al visitante turco.
Un baño de autoestima que alimentará la confianza de un ala-pívot necesitado de una actuación de este calibre para disparar su crédito en tierras alavesas. Peters fue la punta de lanza de un Baskonia que también encontró otros referentes en ataque y, sobre todo, dejó completamente secos a los hombres de Kokoskov en el último cuarto con un notable trabajo defensivo. Ni siquiera alcanzó la decena de puntos durante dicho intervalo un visitante asfixiado por la abrasiva intensidad local e incapaz de lograr una buena selección de tiro.
Tras varios amargos sinsabores, la tropa alavesa recuperó por fin la inercia ganadora en la Euroliga. A corto plazo, le espera un calendario propicio para mejorar su ubicación en una competición donde los viejos dominadores de antaño están sufriendo más de la cuenta y se muestran vulnerables por todos sus poros. Si la pandemia lo permite, esta puede ser la temporada de las grandes sorpresas.
El inicio amenazó ruina, pero el Baskonia se vio reanimado tras un tempranero tiempo muerto de Ivanovic y a partir del segundo cuarto dejó muestras de una superioridad inapelable. El preparador montenegrino tuvo que llamar a filas a sus aletargados pupilos para frenar la sangría (0-9) y poner algo de orden en medio del desbarajuste. Su arenga surtió el efecto esperado y, pese al intento de rebelión protagonizado por el Fenerbahce en el tercer cuarto, apareció la salvadora muñeca de seda de Peters para devolver las aguas a su cauce.
La segunda unidad alavesa propició un radical cambio del decorado. Las ventajas otomanas de los albores se convirtieron en un espejismo y precedieron el dominio baskonista en una noche de respuestas colectivas. Al margen de Peters, Giedraitis y Dragic se reencontraron consigo mismos, Henry alimentó de forma notable a sus compañeros y Jekiri resurgió de sus cenizas en las postrimerías tras una interminable retahíla de errores.
Ivanovic no dudó en sacrificar de un plumazo a prácticamente todo su quinteto titular para agitar el árbol. Fall, Peters y Dragic reanimaron a un Baskonia que pronto se percató de la tibieza turca. El Fenerbahce confirmó en el Buesa Arena su perfil bajo y la escasa pujanza de su proyecto. Con varios bultos sospechosos en su plantilla, huérfano del veneno de Nando de Colo y lastrado por una deficiente carta de tiro desde la larga distancia, malvivió para seguir el ritmo de un Baskonia de gatillo fácil. Un visitante sin las uñas afiladas y melancólico cuyo ánimo fue decayendo a medida que el aro repelía sus tiros desde la larga distancia. Eso sí, tras el intermedio quiso agarrarse al partido con ese inquietante 60-59 tras un parcial de 1-11.
Salvo el conocido juego aéreo de Vesely, el conjunto vitoriano redujo a la mínima expresión las restantes amenazas otomanas. El volador checo evidenció que sus muelles no han perdido potencia pese al inexorable paso de los años, pero careció de escuderos fiables más allá del aire fresco proporcionado por Sipahi.
El Baskonia terminó reventando la nimia oposición otomana. Lo hizo con un ritmo desbordante, dureza defensiva, juego en transición y contundencia reboteadora. Los fogonazos de calidad surgieron de las manos de Peters, tocado ayer por una varita mágica. Un digno colofón que enterró a un Fenerbahce falto de absolutamente todo en el Buesa Arena.
las claves
Metamorfosis tras el minuto 4. El 0-9 con que arrancó el partido se convirtió en un espejismo y precedio el dominio baskonista en todas las facetas. Ivanovic frenó la sangría con un tiempo muerto y el vitoriano fue desde entonces un equipo coral, sobrado de mordiente y rocoso atrás que se le indigestó al Fenerbahce.
Recital de Peters. Muchos jugadores azulgranas rayaron a un notable nivel, pero el ala-pívot estadounidense destapó por fin el tarro de las esencias gracias a una espectacular producción ofensiva. Suyos fueron los triples que con una pasmosa sangre fría enfriaron los tibios intentos de remontada en las filas otomanas.