Vitoria - Para un equipo que en el ataque estático tiene dificultades, y este Kirolbet Baskonia es una clara muestra de ello a lo largo de la presente temporada, la defensa y el control del rebote se vuelven todavía más importantes porque se convierten en el punto de partida a los contraataques y las canastas sencillas. El vitoriano ha sido históricamente un equipo muy poderoso en el juego de transición, pero sus dificultades esta campaña para poner a los rivales en situaciones de riesgo y echar un candado a la zona en los balones escupidos por el aro le han impedido meter esa sexta marcha que antaño le hacía imparable. El duelo de ayer contra el Monbus Obradoiro supuso un regreso al pasado en este sentido, pues el equipo de Dusko Ivanovic puso en serias dificultades a los gallegos -solo fueron competitivos en el primer cuarto, cuando acertaron con los triples, y a partir de ahí el único que les sostuvo fue Dejan Kravic, de nuevo dañino en la pintura- a través de su desempeño defensivo (13 recuperaciones y hasta 16 pérdidas forzadas al rival) y también, en líneas generales, fue capaz de controlar el rebote defensivo, con 24 capturas. Una suma de factores que permitió sumar 21 puntos al contraataque y 25 tras pérdida del Obradoiro y que propició una victoria de una facilidad inusitada en una temporada en la que casi cada triunfo está costando sangre, sudor y lágrimas.
El Baskonia solo sufrió en el primer cuarto con el acierto del Obradoiro desde el perímetro (el 5/10 inicial dio paso a catorce tiros seguidos fallados), los quintetos altos planteados por Moncho Fernández (la recuperación de Achille Polonara como tres sirvió para paliar las desventajas que se vivieron en algunos emparejamientos, con Nik Stauskas como principal damnificado) y el dominio interior que ejercía Kravic. Con excepción del pívot serbio (20 puntos y 13 rebotes, 9 de ellos ofensivos, y de nuevo imparable como en el partido de Santiago de Compostela), la defensa vitoriana fue desactivando el resto de puntos fuertes de los gallegos hasta que el rival dejó de suponer una amenaza.
A pesar del paupérrimo porcentaje en el lanzamiento exterior (seis triples anotados con un 24% de acierto), la renta en el marcador se fue ensanchando, merced a la continuidad a la hora de encontrar el aro con facilidad mediante contraataques que supusieron muchas canastas sencillas y, como contraposición al desacierto exterior, un 65% en los lanzamientos de dos.
Por si fuera poco, el Baskonia explotó una vez más una virtud que ha sacado a relucir durante la actual etapa de Ivanovic: la agresividad a la hora de atacar el rebote ofensivo. Hasta 17 rechaces atrapó bajo la canasta rival, lo que le permitió anotar 27 puntos de segundas opciones en situaciones ventajosas. Toda una combinación de aspectos positivos que sirvió para alcanzar el triunfo con una comodidad desconocida.