Resulta harto complicado encontrar un partido de baloncesto que registre una pérdida de balón por cada minuto de juego. Sin embargo el encuentro de ayer en San Petersburgo superó incluso esta negra estadística. Y es que entre el Kirolbet Baskonia y el Zenit rubricaron un desastroso balance de nada menos que 41 pelotas extraviadas. Lo que, como no podía ser de otra manera, sumió a la contienda en un descontrol absoluto en el que el peor parado resultó el cuadro azulgrana.
La cita de anoche perfectamente podía haberse programado en el periodo navideño porque se convirtió en un inesperado festival del regalo. Cualquier equipo firmaría a priori enfrentarse a un adversario que le regale una veintena de posesiones extras a lo largo de los cuarenta minutos. Una ayuda muy poco habitual que supone contar con oportunidades adicionales para tratar de enmendar posibles errores. Sin embargo, al plantel de Dusko Ivanovic no le sirvió de nada el magnánimo gesto de su oponente.
Porque probablemente ni en sus mejores sueños se atrevería a soñar Joan Plaza con que su equipo terminase alzándose con la victoria en un encuentro de la Euroliga en el que su estadística final reflejase nada menos que 21 pérdidas. Pero eso exactamente fue lo que sucedió ayer gracias a la inestimable colaboración del Baskonia. Una mano amiga azulgrana que puso de manifiesto en una doble vertiente. Primero dejándose por el camino casi el mismo números de posesiones (veinte) que su adversario y, además, siendo incapaz de aprovechar los regalos para castigar a un Zenit que ante cualquier otro rival se hubiese desangrado sin remisión.
Con desesperante reiteración, el combinado gasteiztarra demostró una y otra vez su absoluta incapacidad para controlar mínimamente su pulso y contener el enorme caudal de pelotas regaladas. Ni siquiera cuando conseguía estrechar al máximo las diferencias en el marcador o gozaba -en los minutos finales- de una mínima renta que debería haber supuesto la puntilla para el conjunto local.
Pero fue precisamente en esos momentos de la verdad cuando los despropósitos azulgranas se hicieron más evidentes si cabe. De esta manera Henry, el teórico timonel de la nave, volvió a erigirse en desafortunado protagonista de esta estadística finalizando el choque con seis pérdidas en su haber, algunas de ellas completamente inaceptables. No fue el único, no obstante. Así, por ejemplo, Stauskas se sumó a la fiesta con un regalo incomprensible a falta de 37 segundos y con 67-65 en el marcador.
Fue la gota que terminó por desbordar un vaso que ya estaba repleto. Unas acciones en las que, más allá de errores puntuales, evidentemente tiene mucho que ver la gran sobrecarga de minutos que están sufriendo los jugadores baskonistas debido a las lesiones y la ausencia de refuerzos.