Si algún aficionado baskonista optó ayer por desconectarse del encuentro de su equipo en Milán viendo la debacle de los primeros treinta minutos y volvió a engancharse al mismo en el tramo final, a buen seguro que no podría parar de frotarse los ojos de incredulidad. Porque lo cierto es que el combinado vitoriano protagonizó una actuación al filo de lo imposible que, desgraciadamente, terminó cayendo dentro de la lógica que dictaba lo sucedido durante la mayor parte del duelo.
La reacción de la escuadra de Zurbano llegó demasiado tarde y la hemorragia que había sufrido había sido también demasiado grande como para lograr mantenerla con vida. Ese fue precisamente el gran problema del plantel de Pedro Martínez, la extrema porosidad que exhibió durante los tres primeros cuartos. Una ausencia total de intensidad defensiva permitió al Armani alcanzar los 85 puntos a favor cuando todavía restaban casi nueve minutos por disputarse (85-60 a 8.46 para el final). Todo apuntaba a que era el presagio de un marcador escandaloso que se correspondería con los parciales encajados por los alaveses en los tres cuartos iniciales (27, 22 y 27 puntos recibidos respectivamente).
Pero justo entonces, cuando ya todo se antojaba perdido, el Baskonia dejó de ser el espectro que se había arrastrado por el parqué hasta entonces y se vistió el mono de trabajo para, al menos, dificultar al rival el camino hacia la canasta. Como consecuencia de ello, casi sin darse cuenta, el conjunto azulgrana fue estrechando la distancia en el marcador y, lo que es más importante todavía, candó durante muchos minutos su propio aro haciendo que el nerviosismo se instalase en las hasta entonces tranquilas filas transalpinas.
Un espectacular parcial de 3-23 le situó únicamente cinco puntos abajo (88-83 a 2.16) y con el balón en sus manos para estrechar todavía más la diferencia. Sin embargo Shengelia no pudo convertir una jugada personal marca de la casa y la increíble remontada baskonista acabó por no hacerse realidad. Probablemente si el despertador defensivo hubiese sonado unos minutos antes el resultado habría sido diferente.