Como si alguien controlara mediante un interruptor la intensidad de su juego, el Baskonia sufrió en su estreno liguero de ayer ante el Barcelona un apagón letal durante el último cuarto de la contienda que le condenó a inaugurar su casillero de derrotas en el presente curso. Y lo cierto es que fue una lástima que tuviera lugar un desenlace así puesto que, hasta ese fatídico epílogo, las sensaciones, el juego y el resultado habían sido más que positivos. Cuando parecía que el combinado de Zurbano había logrado lo más difícil -situándose once puntos arriba en el tercer periodo-, de repente, todo comenzó a caerse como un castillo de naipes que se desmorona por efecto del viento.
De esta manera, la puesta en escena azulgrana comenzó a diluirse conforme iban transcurriendo los minutos del cuarto final provocando, consiguientemente, el efecto contrario en un Barcelona que comenzó a creer en sus posibilidades de dar la vuelta al marcador justo cuando parecía que el horizonte se le ennegrecía por completo.
El desfallecimiento vitoriano comenzó con pequeños detalles. Especialmente en ataque, parcela en la que los hasta entonces inspirados discípulos de Pablo Prigioni comenzaron a encontrar imposible el camino hasta el aro. Al menos, el buen tono defensivo y la falta de acierto también del Barcelona ante la canasta en esa fase inicial del último cuarto propició que el marcador continuase favireciendo a los foráneos. Una dinámica que, lógicamente, llegó un momento en el que ya no pudo prolongarse. Mientras que el Baskonia se mantenía completamente negado, el Barça empezó a ofrecer lo que se espera de los jugadores que integran su plantilla en ataque.
Y entonces comenzó el principio del fin para las opciones vitorianas de triunfo. Tras un par de acciones clave. Por un lado un ataque en el que el plantel alavés falló tres acciones consecutivas muy claras para hacer puntos y otra la técnica que supuso la descalificación de Carlos Delfino como consecuencia de una antideportiva anterior -bastante discutibles- que se le había señalado al veterano argentino.
Con un parcial momentáneo de 21-4 que permitió a la escuadra de Sito Alonso darle la vuelta al marcador después de mucho tiempo (77-74), el duelo se convirtió definitivamente en una misión imposible para un Baskonia que comenzó a acusar la falta de gasolina.
Pablo Prigioni había apostado por mantener prácticamente durante todo el último cuarto el mismo quinteto -con el cambio obligado de Janning por Delfino- y el desgaste comenzó a pasar factura especialmente en la clarividencia de los bases para tomar las decisiones. De esta manera continuaron acumulándose los errores haciendo imposible encontrar argumentos para protagonizar una reacción que condujera a la remontada imposible. Un triple imposible de Janning dio un soplo de esperanza pero se quedó en eso. El equipo, eso sí, no tiró la toalla en ningún momento y lo siguió intentando hasta el final pero la primera victoria desgraciadamente todavía tendrá que esperar.