en los momentos de mayor dificultad es cuando se demuestra de qué pasta está hecha cada persona y en la plantilla del Laboral Kutxa hay unos cuantos ejemplos de jugadores que están dando un paso adelante y creciendo en su rendimiento sacando de esta manera provecho de las bajas de algunos de sus compañeros. En el seno del Baskonia se esperaba un paso adelante por parte de varios de sus jóvenes y a esa petición han respondido algunas de las promesas de este equipo, como David Jelinek, Ilimane Diop o, en menor medida hasta ahora, Devon Van Oostrum.

En el caso del escolta checo, su aportación ya se hacía necesaria tras una segunda parte del pasado curso en la que apenas brilló por su tardía adaptación al equipo. Ahora, tras una buena pretemporada, el mal estado de Fabien Causeur le ha dado muchos minutos y el dos ha sido capaz de sumar su mejor virtud, la anotación, sobre todo en los partidos de Euroliga. Ya ante el Maccabi consiguió algunas canastas importantes, en la segunda parte frente al Panathinaikos se echó el equipo a las espaldas y en la victoria ante el Lietuvos Rytas volvió a dejar varias acciones dignas de ese jugador que se destapó como un gran anotador en sus años de formación en la cantera del Joventut.

Jelinek ha sido un tirador durante toda su vida y le faltaba soltarse, lo que ha hecho sobre todo en los partidos de Euroliga, ya que en ACB todavía sigue a un nivel menor. Así, firma 12 puntos de promedio en los tres partidos disputados y lo hace además firmando un 90% de acierto en tiros de 2 y un 50% en triples. Precisamente, desde la larga distancia no se encuentra atinado en la competición doméstica (ha fallado sus cuatro intentos desde más allá de los 6,75 metros), pero cuando se acerca al aro sigue estando acertado (83%), aunque, en todo caso, tiene que asumir ese protagonismo que ya ha tomado en Europa ante rivales de entidad.

"Todo el equipo sabe que tiene que aportar. Los que estamos sabemos que necesitamos algo porque no vale que uno lo haga bien. Creo que estamos metidos y sabemos que todos tenemos que hacer algo y por ahora nos va bien", señalaba ayer el escolta checo al regreso del equipo de Vilnius, pensando ya en la preparación del partido de mañana ante el Cajasol.

Ese pequeño paso adelante es que el que se espera ahora de Van Oostrum, ya que la ruleta de las lesiones se ha parado ahora en el casillero de los bases con el problema que sufre Thomas Heurtel y que le impedirá jugar en Sevilla como ya le obligó a quedarse vestido de chándal en Lituania. En el Siemens Arena el base británico de origen holandés disfrutó por primera vez de minutos de verdad, de esos en los que hay una victoria en juego, con la camiseta baskonista y si en su primera aparición se vio superado por el peso del partido, en la segunda se apreció que le había cogido el pulso al duelo y fue capaz de llevar el timón con mayor soltura.

A sus 20 años, pensar en él en presente es complicado, pero también es cierto que experiencia a casi todos los niveles no le falta merced a su habitual presencia en la selección británica. Eso sí, su posición en el campo es la más compleja para un joven, ya que el puesto de base requiere de una pausa y una serenidad en la toma de decisiones que se van adquiriendo con el tiempo. Mañana ante el Cajasol tendrá la opción de seguir ganando experiencias sobre la cancha para dar descanso a Walter Hodge.

Un espejo en el que se puede mirar el joven base es el de su compañero Ilimane Diop, quien no ha tardado nada en cogerle el ritmo al cambio de competición que ha tenido que asumir en un verano, pasando de la EBA -en LEB Plata con el Araberri jugó muy poco- a los más exigentes torneos del panorama continental. Quizá fue alguno de esos mamporros que recibió ante las moles interiores de Real Madrid o Panathinaikos y ante los que ni mucho menos se arrugó, pero ya ante Estudiantes se destapó y en Lituania propició unos cuantos minutos de oscuridad en el ataque del Lietuvos Rytas con esos interminables brazos con los que Sergio Scariolo tendrá que saber contar a partir de ahora que ya ha conseguido sumar a Tibor Pleiss un relevo de garantías en la figura del recién llegado Milko Bjelica.