uno juega con una mano y el otro con la contraria. A ninguno de los dos les gusta en exceso utilizar la menos buena. Son el yin y el yang, el negro y el blanco, la derecha y la izquierda, en un equipo democrático hasta en la derrota, coral incluso cuando llega el momento del absentismo. Fernando San Emeterio y Fabien Causeur, la diestra y la siniestra, se combinaron para firmar dos actuaciones que resultaron al mismo tiempo tan espectaculares como insuficientes.
Entre ambos, que iniciaron el partido con sendos triples que sembraron la zozobra y la incertidumbre en la grada del Martín Carpena, anotaron 44 de los 72 puntos que lucían en el electrónico al final del encuentro. Y eso que Causeur, que acabó tocado, permaneció en el banquillo todo el último cuarto. Sin embargo, su despliegue de fuerza e intensidad en una matinal en la que la mayor parte de sus compañeros se tomaron la licencia de desconectar acabó resultando fútil.
El parcial de 0-11 con el que el Caja Laboral inició el duelo tuvo que ver mucho con la evidente implicación que mostraron desde que se iniciaron las hostilidades. Sin que pueda mediar una razón de peso para entender por qué ellos dos saltaron al parqué a buscar con tanta avidez la victoria mientras sus compañeros parecían en otra onda ambicional, el capitán baskonista y el escolta galo se encargaron por sí solos de activar todas las alarmas en las gradas del Martín Carpena. A su acierto de cara al aro añadían una extrema intensidad defensiva que les permitía superar con cierta ostentación a los exteriores locales. Y el público premió su trabajo con claros síntomas de reprobación hacia los pupilos de Repesa.
San Emeterio revoloteaba con su mano derecha, buscaba el cobijo del bloqueo, un reverso, una suspensión y la pelota besaba con suavidad la red. Causeur castigaba las ayudas de la defensa cajista con un triple desde la esquina. El galo jugaba el pick and roll en el poste alto con su amigo Tibor Pleiss y aprovechaba con determinación la duda de los dos defensores para percutir hacia canasta y resolver con la izquierda. El capitán aparecía a ocho metros y se sacaba de la manga un triple que volvía a generar la duda de si el Caja Laboral podía aún remontar. No podía, desde luego, pero no porque el zurdo y el diestro se resignaran, sino porque el resto de los componentes del colectivo azulgrana no estaba en absoluto por la labor.
Para Causeur y San Emeterio, que cuajaron quizá sus mejores actuaciones individuales de la temporada, el aro tenía ayer las dimensiones de una piscina olímpica. Todo balón que pasaba por sus manos acababa dentro. Para los demás, sin embargo, parecía existir una fuerza gravitatoria que sellaba la canasta rival. Así que cuando el cántabro y el francés fueron desfilando por el banquillo para buscar unos minutos de oxígeno, el equipo lo acusó con virulencia y acabó viniéndose abajo.
señalados por la estadística Existe un apartado estadístico que detalla los parciales que un equipo tiene con cada uno de sus jugadores en pista. Algunas veces resulta más fiable que otras, más representativo o menos. Ayer este dato resultaba tan elocuente como acusador para algunos de los pupilos de Zan Tabak. No para San Emeterio y Causeur, por supuesto, pero sí para otros jugadores que ayer volvieron a exhibir una desesperante capacidad para la desconexión mental.
Cuatro jugadores quedaron especialmente señalados por este dato: Heurtel (-23), Jelinek (-23), Nemanja (-21) y Nocioni (-20). Y resulta desolador sobre todo en el caso de los dos primeros. Dando por hecho que Nocioni debía sufrir algún bajón de juego tras el excelente nivel mostrado en los últimos diez partidos y que Nemanja ha mostrado siempre capacidad para responder en las situaciones de máxima exigencia, las miradas se posan sobre un Jelinek que debería haber respondido con algo más a la confianza que Tabak parecía decidido a concederle y sobre un Thomas Heurtel que va a menos conforme avanza el curso.
El equipo funciona más y mejor con un Cook que se limita a hacer poco pero lo hace bien. Sin embargo ayer, en el día en el que el diestro y el siniestro se combinaron para tratar de activar a un equipo sin ganas de activarse, las estadísticas lo reflejaron con demasiada crueldad.