Vitoria. Sin que aún se haya obtenido ningún logro para lanzar cohetes, la llegada de Zan Tabak ha conseguido cambiarle en cierta medida la cara a este depresivo y en ocasiones deprimente Caja Laboral de comienzos de curso. En los albores de una semana en la que el cuadro azulgrana afronta un compromiso de elevada exigencia, ante uno de los rivales más duros de su grupo y con la amenaza de la eliminación presente, el baskonismo puede al menos celebrar que su equipo selló en Donostia por primera vez esta campaña enlazar tres victorias consecutivas. Más allá de la insignificancia en términos clasificatorios que pueda tener, como reconocen los jugadores, supone un impulso para un plantel que tiene casi tantos debes y exige tantas correcciones en el plano anímico como en el táctico.
"Estamos cogiendo confianza. Llevamos tres victorias consecutivas, una de ellas muy importante en la Euroliga, y creo que es fundamental", exponía uno de los veteranos del equipo gasteiztarra, un Carlos Cabezas que en San Sebastián acabó asumiendo galones ante el mal día de los otros dos bases del equipo. "Sabíamos que no íbamos a cambiar de la noche a la mañana, pero las victorias ayudan a trabajar y hacen que las semanas sean más sencillas", añadía el director de juego malagueño.
Paz mental y confianza son términos que se vienen repitiendo mucho en los últimos tiempos, desde antes incluso del relevo en el banquillo. Pero más importante y quizá previo a todo eso puede que sean las victorias en partidos que, si bien a priori no presentan excesivas dificultades, esta temporada se están convirtiendo en pruebas de fuego.
El hecho de que el Caja Laboral no hubiera sido capaz todavía de encadenar tres triunfos dice mucho sobre la bipolaridad de un colectivo que se ha mostrado capaz de lo peor pero también ha exhibido destellos que invitaban a presagiarle un futuro brillante. Cabezas, que se ha visto en otras como esta y es probable que en algunas incluso peores, no se esconde al hablar de la falta de autoestima que los bandazos de la temporada han provocado.
"Tenemos fases muy buenas, brillantes. Pero también otras muy malas. Cuando atravesamos un momento difícil a veces el equipo baja la cabeza, nos mostramos cabreados con nosotros mismos y no salen las cosas que queremos. Debemos mejorar en la línea de ser más consistentes", aseguraba el jugador andaluz, honesto y claro, siempre en primera persona.
El equipo, tras el triunfo ante el Lagun Aro, confirmó que está viviendo quizá su mejor momento de la temporada. En las primeras 18 citas no había sido capaz de regalar más de dos alegrías seguidas a su afición. Ahora ya suma tres. Pero Cabezas quiere una cuarta que sabe de antemano que no resultará fácil: "Ahora tenemos esa salida a Estambul y debemos prepararla bien porque es una final para nosotros", asevera sin ambages. Otra final, que es en lo que se ha convertido cada partido de la presente Euroliga.
El director de juego marbellí, pese a todo, trata de transmitir la confianza que él mismo dice que conceden las victorias: "Estamos creciendo. Estamos asimilando los sistemas, tanto en ataque como en defensa, que Zan está imprimiendo al equipo, y creo que la gente está un poco más suelta, mejor. Nos falta, pero estamos obteniendo las victorias y eso es fundamental", asevera.