Vitoria. No está siendo una temporada sencilla para los rectores del Caja Laboral. Más allá del hábito adquirido al frente de una entidad acostumbrada a reinventarse sobre la marcha casi cada temporada, el presente está siendo un curso especialmente convulso. Y podría llegar a serlo aún más si al final se consumara la tragedia en la Euroliga y el combinado azulgrana quedara, por segundo año consecutivo, fuera de un Top 16 en el que se había convertido en un fijo.
Josean Querejeta trabaja de nuevo contrarreloj y con la vista puesta en los dos últimos duelos de la fase regular de la competición continental. Hay mucho dinero en juego. Tras haber tenido que asumir el duro trago de despedir al técnico que ha guiado al club a sus mayores niveles de éxito, el presidente del Baskonia vuelve al mercado en busca de una fórmula que le permita remendar una plantilla que, como ya se ya se venía detectando, presentaba carencias y se encuentra a punto de fracasar en uno de los objetivos subrayados en rojo cuando arrancó la campaña. El problema es que, en esta ocasión, Querejeta tendrá que hacer más malabares que de costumbre. Se encuentra en la tesitura de tener que reconstruir sobre la marcha y con la dificultad añadida de unas limitaciones económicas más que evidentes.
Ni contratar jugadores ni despedirlos sale gratis. Y en un club en el que el coste de la indemnización dilató incluso la destitución de un técnico que parecía claro que no podía sacar más jugo a esta plantilla, puede convertirse en un obstáculo de dimensiones considerables. Los parámetros de búsqueda están muy claros. Se sabe lo que se quiere y lo que no se quiere, que viene a ser más o menos lo que se preveía que faltaba desde que se cerró el equipo. Tampoco hay excesivas dudas sobre lo que sobra. Si no existieran los problemas de liquidez que limitan el margen de maniobra y todo saliera como se pretende en las oficinas del Buesa Arena, deberían llegar dos refuerzos y darse dos bajas. Pero como la situación es la que es, y puede agravarse en el caso de que el equipo quede fuera del Top 16, el margen de maniobra se reduce.
La directiva ha comenzado a moverse y a sondear un mercado que en cualquier caso tampoco parece sobrado de gangas. Se busca un base y un interior. Nada nuevo bajo el sol. Lo mismo que se echaba en falta durante la época de Dusko Ivanovic se ha confirmado que es lo que necesita el equipo con Zan Tabak al frente. Pero para que entren jugadores, primero hay que dejarles sitio en el vestuario. Y, como queda dicho, tampoco las rescisiones salen hoy por hoy baratas, como en las oficinas del Buesa Arena han aprendido en unos ejercicios en los que parece haberse perdido el espectacular acierto en los fichajes que condujo al equipo a la aristocracia del baloncesto europeo.
Taylor Rochestie tiene todas las papeletas para ser el primero en recibir la carta de despido. El base americano con pasaporte montenegrino perdió el favor de Ivanovic y no ha logrado ganarse la confianza de un Zan Tabak con el que ni siquiera ha pisado el parqué en dos de sus tres primeros partidos al frente del equipo azulgrana. Los problemas en la dirección de juego se han convertido en un enorme quebradero de cabeza a pesar de que el Caja Laboral cuenta por primera vez en muchos años con tres bases puros en su plantilla. Por una razón u otra, ni directiva ni técnicos han quedado satisfechos con el resultado que han ofrecido. Cabezas, por su condición de cupo y la experiencia que aporta, parece llamado a acomodarse en un papel de suplente del que el equipo puede sacar jugo. Heurtel, a quien se quiso buscar una cesión en verano, se ha hecho con el puesto titular, pero no acaba de cuajar y se busca una alternativa a la que Rochestie debería ceder su plaza.
El tema del interior resulta aún más complejo. En principio, el movimiento lógico pasaría por cortar a Milko Bjelica y suplirlo con un poste que se ajuste más a las características (defensa y rebote) que se buscan. Pero de nuevo aparecen las limitaciones económicas y se abre un abanico de posibilidades que asusta. Ayer, sin ir más lejos, en Turquía se habló de la posibilidad de que el Baskonia hubiera ofrecido a Andrés Nocioni al Galatasaray, circunstancia que fuentes del club desmintieron.
En todo caso, el hecho de que se especulara sobre la utilización del alero argentino, que ayer celebraba su 33 cumpleaños, como moneda de cambio puede resultar indicativo de que la directiva se planteara incluso la opción de buscar con la venta de algún elemento válido -y por tanto atractivo- la liquidez que requiere para afrontar esta reconstrucción de bajo coste pero al mismo tiempo de máxima necesidad.