Josean Querejeta irrumpió en la sala de prensa del Buesa Arena con cara de circunstancias. Tenía que comunicar la que seguramente habrá sido la decisión más difícil de tomar en casi un cuarto de siglo como presidente. Dusko Ivanovic, el mejor entrenador en la historia del club, iba a salir por la puerta de atrás, iba a ser despedido ante la evidente incapacidad que había mostrado para dotar de sentido al proyecto que había armado la directiva con la intención de volver a competir de tú a tú con los mejores equipos del continente. Ponía fin a diez años de duskismo.
"No es una buena noticia para nadie. El equipo lleva una trayectoria muy negativa y a veces hay que tomar este tipo de decisiones que quizás no sean lo más justo", arrancó Querejeta, que aunque no quiso ahondar en cuestiones de tiempo tenía la decisión tomada antes incluso del bochornoso espectáculo que ofreció el combinado azulgrana ante el Obradoiro. "El equipo necesita una reactivación, un cambio de rumbo", apuntaba el máximo mandatario del Baskonia, que ha tratado de buscar un cambio de rumbo con una medida que ha roto uno de los matrimonios de conveniencia más longevos del deporte en este país.
En realidad el deterioro de la relación viene de lejos, de meses atrás. El pasado verano el dirigente ya trató de forzar una salida que habría ahorrado que Ivanovic acabara partiendo de esta manera de la que ha sido su casa, en dos etapas, durante casi diez años. Tenía apalabrado a su sustituto: Sito Alonso. El propio Querejeta era consciente de las dudas que había planteado en el entorno su determinación de renovar al montenegrino un año antes, en el verano de 2010, tras la conquista del título liguero, cuando muchos incluso dentro del club apostaban por un cambio de aires.
El relevo no llegó entonces. Llega ahora, tras una temporada en blanco, en la que el equipo quedó por primera vez fuera del Top 16 de la Euroliga, y un arranque de curso decepcionante en el que el Caja Laboral ha alcanzado uno de los niveles más pobres de juego que se le recuerdan en años. A buen seguro el peor desde que, con mucho esfuerzo y a base de grandes gestas, logró instalarse en la élite del baloncesto europeo.
"Es una situación que se viene arrastrando desde hace un cierto tiempo. El equipo está cada día peor", manifestó sin ambages Querejeta. "Es verdad que tampoco hemos tenido suerte con las lesiones y hemos sufrido muchos problemas desde el principio, pero también lo es que el equipo cada día ha estado peor y la desmotivación era cada día mayor", aseveró el presidente de Saski Baskonia, que ponía palabras a la evidencia.
Por su mente pasa todavía la posibilidad de pelear por una clasificación para la segunda fase de la Euroliga que se ha complicado mucho tras los diversos tropiezos que ha protagonizado el equipo. Querejeta persigue una reacción inmediata. Ese ha sido el motivo por el que ha tomado una decisión a todas luces tan necesaria como dolorosa. "En la Euroliga todavía nos queda alguna opción y me resisto a no tomar decisiones para intentar luchar hasta el final por ellas. En la ACB no estamos tan mal aunque es verdad que es una competición muy igualada", expuso. "Después de tanto tiempo no es fácil tomar esta decisión, pero entiendo que es lo mejor para el equipo. Es la decisión más dura en los 24 años que llevo de presidente. Además, no siempre tienes la seguridad de que esto vaya a significar un cambio en el rumbo", reconoció un Josean Querejeta que, como no podía ser de otro modo, aprovechó su improvisada comparecencia para reconocer el enorme mérito del preparador balcánico en los éxitos que han jalonado la historia del club.
"No tengo más que agradecerle su trabajo y honestidad con el club. Todo lo que pudiera decir de él es todo positivo. Es un sacrificio muy grande el que le pedimos. Es lo mejor para el club. Se va el mejor entrenador de toda nuestra historia y eso no se puede olvidar, pero tenemos que intentar un cambio de rumbo y como no podemos cambiar a once jugadores...", argumentó. "Siempre he creído y sigo creyendo en él pero la trayectoria actual es muy mala. He visto a los jugadores excesivamente estresados, con la cabeza baja", zanjó Querejeta, cuyas palabras precedieron a la entrada en escena de un Dusko Ivanovic que apenas podía contener los sentimientos que le asaltaban cuando le tocó asumir la papeleta de ofrecer una rueda de prensa postpartido tras haber sido ya destituido.
"Tengo que agradecer a todo el mundo estos casi diez años maravillosos", inició su alocución un emocionado Ivanovic. "Ha sido un verdadero placer estar aquí con todos estos grandes jugadores que han pasado y la maravillosa afición. Me va a faltar mucho esta gente pero nuestro trabajo es así", asumió con cierta resignación.
El eterno sargento de hierro del baskonismo, pese a todo, mostró su faceta más sensible. No ocultó sus sentimientos cuando se le preguntó por su estado anímico. "Estoy mal. ¿Cómo puedo estar?", respondió irónico pero afectado. "Sinceramente no me lo esperaba pero entiendo todas las decisiones".
En una comparecencia que apenas se prolongó unos minutos, con muchos silencios cargados de respeto, Ivanovic quiso dejar claro que era el primero en padecer la preocupación que compartía todo el baskonismo en torno al estado del equipo. "Yo estaba más preocupado que nadie y por mis casi diez años aquí hay muy poca gente que le importe más que a mí el resultado de este equipo", reivindicó.
Eso sí, no quiso entrar en análisis sobre lo que puede deparar el futuro inmediato a un equipo que ha dado la impresión de estar completamente roto, tanto física como mentalmente. "El futuro es problema de Josean pero seguro que va a ir bien. Este club es un grande de Europa y va a seguir siéndolo", zanjó el montenegrino.
En eso tenía razón. El futuro ya no es cosa de Ivanovic. El futuro es cosa de Querejeta y del hombre que llegue para sustituir a un tipo insustituible. A Ivanovic le corresponde el pasado. Ivanovic ya es historia. Pero historia con mayúsculas. Su oscura salida de escena no puede empañar los enormes méritos de un hombre que ha llevado a este club donde muchos no pensaron nunca que podía llegar. Dusko ha muerto, viva Dusko.