Vitoria. Pocos grandes del Viejo Continente como el Baskonia se están viendo lastrados en la presente temporada por la existencia de un juego interior tan endeble y vulgar que necesita ser parcheado con una pareja difícilmente preparada para proporcionar la añorada solidez. Mientras los rivales directos están armados hasta los dientes en una posición crucial para asaltar los títulos y aúnan a partes iguales jugosos ingredientes como el músculo, la envergadura y la capacidad atlética, el conjunto vitoriano deja mucho que desear en este apartado y está pagando cara una fragilidad indisimulable ante los ojos del scouting de cualquier avezado entrenador en la acera de enfrente dispuesto a hurgar en la herida.

Empieza a ser una costumbre que Dusko Ivanovic esté simultaneando durante muchos minutos en la pintura la presencia de dos elementos insólitos con los que nadie contaba para copar las posiciones cercanas al aro. En el lugar donde se cuecen las habas y toca imponer respeto, el Baskonia suele oponer como antídotos a dos cuatros abiertos con una constatada querencia a moverse por fuera y abrir el campo con sus lejanas suspensiones. Entre la tortuosa puesta a punto de Maciej Lampe para alcanzar su mejor nivel tras la grave lesión en la cadera y la compleja reconversión de un ala-pívot como Milko Bjelica al puesto de cinco, al preparador montenegrino no le queda otro remedio que delegar su confianza en Mirza Teletovic y Nemanja Bjelica para competir ante torres más espigadas y fornidas.

Los pros y los contras de esta apuesta son más que evidentes, aunque todo hace indicar que a la larga no será el trayecto adecuado hacia la gloria. Cuando coinciden en pista sus dos versátiles jugadores balcánicos, el Caja Laboral ejerce un atroz poder intimidatorio desde los 6,75 metros, pero a cambio la solidez defensiva se resiente bastantes enteros, se regalan innumerables rebotes ofensivos a los pares y la opción de provocar faltas personales se convierte en una quimera.

Dos señalados Se trata de un escenario impensable para un club que, hasta hace bien poco, ha mantenido en nómina a alguno de los interiores más desequilibrantes del panorama continental. Sin embargo, la marcha de Tiago Splitter a los Spurs abrió en su día un boquete de dimensiones gigantescas que Josean Querejeta y su grupo de trabajo no han acertado todavía a subsanar con garantías. Stanko Barac y Esteban Batista permanecieron el pasado curso lejos de las expectativas antes de que quedara ejecutada su desvinculación en favor de otras piezas más móviles y versátiles que suministraran aire fresco a una demarcación crítica. Sin embargo, el Baskonia ha vuelto a disparar fuera de la diana a la hora de conformar un juego interior dominante.

Se da la curiosa circunstancia de que la dolorosa cornada encajada el pasado domingo en el Centro de Tecnificación ha dejado señalados precisamente a los dos cincos de Ivanovic. Ambos acabaron el duelo con valoración negativa y quedaron relegados a las primeras de cambio al ostracismo. Si Milko Bjelica se convirtió en los albores del choque en un coladero a la hora de frenar las embestidas de Ivanov, Lampe tampoco dio una a derechas con una actuación sospechosa que -he aquí lo más preocupante- se mezcló con unas preocupantes gotas de desidia. Ante su triste pasividad, un rebote ofensivo capturado por Barnes dentro del último minuto comenzó a gestar una caída refrendada instantes después con el triple sobre la bocina de Llompart.

El problema reside en que, salvo una sorpresa morrocotuda, el Baskonia ha dado por cerrado el capítulo de fichajes para los play off por el título tras el desembarco de Andrés Nocioni. Y, por ello, Ivanovic dispondrá de recursos limitados para edificar un juego interior consistente que pueda discutir la hegemonía del Barcelona y Real Madrid. Con cinco pívots cada uno a su disposición, el déficit azulgrana en esta parcela es más que evidente.