Vitoria. Unos renovados aires de cambio sobrevuelan la ACB, donde ya se advierte a corto plazo un nuevo orden y que demanda soluciones para salir de un callejón oscuro. El motín puesto en marcha por sus asociados contra sus actuales rectores amenaza con alterar bruscamente la fisonomía de los órganos directivos. Azotada por la crisis económica y un vetusto modelo de gestión con el que la mayoría de los clubes se encuentran disconformes, la considerada mejor competición de Europa atraviesa momentos de convulsión y vive una etapa de incertidumbre que puede traducirse en la salida de Eduardo Portela de la presidencia tras prácticamente 30 largos años de mandato.
La nueva era que se avecina, cuya primera medida representó el pasado lunes la marcha del hasta ahora director general, Josep Senespleda, lleva siendo instigada en la sombra durante los últimos meses por los clubes más poderosos, entre ellos el Baskonia, que quieren impulsar urgentemente cambios imprescindibles con el fin de reflotar un deporte a la deriva. La caótica situación financiera de muchos equipos -cuatro de ellos como el Joventut, el Estudiantes, el Valladolid y el Alicante ya se han acogido a la Ley Concursal y otros van camino de ello- ha sido la punta del iceberg de un hastío insostenible.
En un momento determinante donde se requiere tomar medidas básicas que permitan reflotar el baloncesto, lastrado por las ridículas audiencias televisivas, la deserción de los patrocinadores, la insuficiente afluencia de público y la escasa generación de recursos, se trabaja en la sombra para que Portela ceda el testigo y deje paso a una nueva cúpula directiva que sea propuesta, elegida y ratificada por los propios clubes. Si bien existe disparidad de intereses entre los asociados en algunos puntos -el sistema de licencias fijas para que Barcelona, Real Madrid, Caja Laboral y Unicaja jueguen casi de por vida la Euroliga concita las mayores fricciones- y tampoco se alcanza un consenso generalizado sobre las mejores alternativas de futuro, los equipos más poderosos son partidarios de una limpieza total que implique la salida del actual mandatario, en el ojo del huracán por no haber capeado el temporal y al que se acusa de haber anclado a la ACB en la Prehistoria en la última década.
Entre éstos últimos, además de los cuatro participantes en la Euroliga, figuran el Bilbao Basket, el Lagun Aro, el Power Valencia, el Gran Canaria, el Manresa y el Valladolid. De momento, ocho de ellos -entre los que estaría el Baskonia- están llamados a constituir una comisión ejecutiva que promueva el cambio. Portela fue reelegido en marzo de 2010 para cuatro años más, pero todo hace indicar que sus horas están contadas y se le ofrecerá el cargo vacuo de presidente de honor de la patronal.
Cambios a la vista Y es que la acuciante crisis amenaza con dejar el torneo como un solar. No sólo preocupa la crítica situación económica que ha reducido los ingresos a la mínima expresión y mantiene a varios equipos al borde de la desaparición, sino otros aspectos como la escasa repercusión mediática a nivel televisivo -se pretende renegociar el contrato con Televisión Española o sondear a otras posibles cadenas interesadas-, la problemática con los cupos que encarecen sistemáticamente el mercado, el monótono sistema de competición que resta interés en los aficionados, la posible reducción de equipos en aras de que los gastos no sean tan cuantiosos... En definitiva, una situación insostenible que obliga a actuar con la máxima celeridad.
De momento, los clubes no quieren alzar públicamente la voz, pero asumen entre bambalinas que deben ser ellos mismos quienes lleven los designios de un torneo cada vez más devaluado. Josep Senespleda, cuya marcha fue vendida por la ACB como una dimisión "por motivos profesionales y personales", ha sido la primera víctima. Sin embargo, todo hace indicar que no será la última. La intención reside en que una Comisión ejecutiva, integrada por los cuatro grandes y otros clubes aún por definir, tome el mando, aporte savia fresca y dinamice la competición con el fin de que pueda se revivir el boom de antaño y que sólo los encuentros de la selección española permiten conseguir.
El galimatías es tal que no se ha programado ninguna fecha para la próxima Asamblea General que debe servir para dar pasos adelante en este sentido. Los últimos avances durante la era Senespleda sobre determinadas cuestiones han quedado sin efecto toda vez que los clubes habían perdido ya su confianza en el antiguo director general.