Vitoria. Dusko Ivanovic atraviesa esta temporada una de las peores etapas de su extensa y exitosa trayectoria deportiva. Por diversos y diferentes motivos, su equipo no acaba de trasladar al parqué el férreo ideario baloncestístico sobre el que el entrenador montenegrino ha erigido un imperio de trofeos y respeto. Hasta hace bien poco, por cada cancha que el Baskonia pisaba no volvía a crecer la hierba. Pero las cosas han cambiado en el peor momento posible. Aunque el conjunto vitoriano desplegó una buena dosis del mejor baloncesto de la campaña en la visita del Panathinaikos al Buesa Arena, nadie puede obviar que el Caja Laboral encara la inminente Copa del Rey de Madrid en un mal momento de juego.

Mejor que hace unos meses, pero peor del que cabría esperar a estas alturas de la temporada. Sin embargo, huérfanos de un referente espiritual en el equipo como en su momento lo fueran Luis Scola o Tiago Splitter -y con permiso de San Emeterio- el baskonismo deposita sus esperanzas de éxito en el Palacio de los Deportes en su gran faro ideológico. Dusko Ivanovic, el único entrenador de los ocho presentes en Madrid que enlaza diez presencias consecutivas en el torneo del KO, será una vez más el mejor clavo al que el cuadro azulgrana podrá aferrarse en un momento en el que el conjunto alavés no entra en ninguna quiniela para acabar levantando el que sería su séptimo trofeo.

"Me da igual cualquier encuesta o las declaraciones que pueda hacer cualquiera diciendo que no somos favoritos. Hasta ahora muchas veces hemos demostrado que estos que ahora están diciendo eso y metiendo a otros como favoritos no sabían nada. Yo confío en mi equipo, en nada más", aseguró ayer un rotundo Ivanovic antes del entrenamiento vespertino previo a su viaje hoy hacia Madrid. Eso sí, el montenegrino quiso aclarar que "todo el mundo tiene derecho a opinar y no nos molestan las opiniones". "Sabemos cómo somos y lo que podemos y debemos hacer", matizó.

Inmerso en plena vorágine de rumores sobre su cada vez menos factible continuidad en el pabellón de Zurbano a partir de la próxima temporada, el técnico baskonista no tiene rival entre sus homólogos para la cita madrileña. Al menos en lo que a títulos se refiere. Ivanovic conduce a varios kilómetros de distancia de sus perseguidores con nada menos que cuatro trofeos de campeón de Copa en sus vitrinas. Tres como azulgrana -2002, 2004 y 2009- y una con el Barcelona en 2007.

Sin Aíto García Reneses, con veinte participaciones y cinco títulos -solo uno más que Ivanovic en el doble de torneos- el entrenador del Caja Laboral se presenta hoy en Madrid dispuesto a no perder la tradición: en las dos ocasiones en las que la Copa del Rey se ha disputado en la capital madrileña, el Baskonia ha acabado levantando el trofeo en la final ante la mirada de sus rivales (2006 y 2009). ¿La receta del éxito? Ninguna. "La única receta es estar tranquilo, tener confianza y jugar sin euforia. No hay mucha filosofía para ganar. Paciencia, tranquilidad y defensa", apuntó ayer antes de advertir a sus jugadores que "este equipo no mira nunca atrás.

Veterano como ningún otro de sus colegas de banquillo en esta cita, Ivanovic ha vivido muchas sorpresas en su paso por las diferentes ediciones. "En la Copa no hay favoritos. Sobre todo el primer día, cualquiera puede ganar a cualquiera. La semifinal y la final es otra cosa", recordó. Por eso, como es habitual en su filosofía, no tiene ninguna intención de pensar más allá de los cuartos de final contra el Bilbao Basket. "Este año han hecho un equipo muy competitivo y muy atlético. Están jugando cara a cara contra todos los equipos de la ACB, y tendremos que estar preparados para un partido cerrado y difícil. Espero que la derrota que sufrimos en Liga nos sirva de experiencia para no dejarles jugar como hicieron aquel día", aseveró antes de centrar sus elogios en el base norteamericano Aaron Jackson. "Con él tienen buenas soluciones al final de cada posesión. Es un jugador tenso, rápido, y si tiene el día y mete les da mucho", resumió Ivanovic.

el apoyo de la afición Por si su experiencia en la ACB no fuera suficiente, Ivanovic también sabe lo que es ganar este torneo en otros dos países: en Suiza con el Fribourg Olympic en 1997 y 1999, y en Francia con el Limoges. Crítico en los buenos momentos y magnánimo en las penurias, el entrenador nacido en Bjelo Polje tendrá frente a él al hombre que entraba en muchas quinielas como su posible sustituto a partir de la próxima campaña. Fotis Katsikaris, que llega con su reluciente renovación por tres temporadas bajo el brazo, ha caído a las primeras de cambio en sus dos presencias en la Copa. Primero con el Pamesa Valencia en 2008 y el año pasado en su propio hogar contra un Baskonia que en la semifinal se quedaría sin oxígeno frente a un Real Madrid liderado -quién lo diría ahora- por el recién llegado Marko Jaric.

Con dieciséis victorias y siete derrotas en los veintitrés partidos que ha disputado en Copa, tanto en las filas del Baskonia como en las del Barça, Ivanovic sabe que buena parte de sus opciones de éxito pasan por el apoyo de la afición baskonista: "Siempre hacen este torneo un poco más especial. Sin ellos sería diferente. Están ahí desde el principio, siempre con el equipo". Una afición que, una vez más, deposita su esperanza en el gurú montenegrino. Ése que, más allá de filias y fobias, hasta ahora pocas veces les ha defraudado.