La pérdida de la imbatibilidad continental del Caja Laboral vino acompañada ayer de un paupérrimo registro anotador. Un equipo que hasta la fecha ha promediado cerca de 85 puntos entre la ACB y la Euroliga redujo de manera drástica sus números tras un partido soporífero en el que las canastas se contabilizaron casi con cuentagotas. En ese escenario tan belicoso, la tropa de Ivanovic se vio impotente para encestar con facilidad. El duelo derivó en constantes ataques estáticos y apenas hubo margen para propiciar contragolpes, uno de los mandamientos del montenegrino.

Con los dos bases desdibujados (Ribas y Huertas), un Bjelica fuera de onda, un Oleson superado de cabo a rabo por Langford y sin la célebre puntería de Teletovic, sólo San Emeterio dio con la tecla para romper la defensa de Scariolo a base de penetraciones. La ausencia de Logan, un base-escolta desequilibrante que estaba atravesando un óptimo momento de forma en estos compases de temporada, supuso un jarro de agua fría para las aspiraciones baskonistas de mantener la imbatibilidad continental.

Si bien la defensa moscovita dejó constancia de su fortaleza desde los primeros compases, los momentos más tenebrosos acontecieron cuando el tercer cuarto estaba a punto de languidecer. Tras un triple de Marcelinho a falta de tres minutos, la parálisis ofensiva adquirió unos tintes escandalosos. Desde ese instante y hasta el minuto 37, el equipo sólo sería capaz de añadir cuatro puntos más a su casillero. Dos tiros libres de Oleson y una canasta a aro pasado de Rancik supusieron las únicas vías de agua en la férrea defensa diseñada por Scariolo.

Muchas de las posesiones se vieron consumidas incluso sin lanzar a canasta. Igual que hace unos días ante el Fuenlabrada, Ivanovic apostó a la desesperada por cinco hombres pequeños -Bjelica como falso cuatro y Rancik como único pívot puro- para solucionar el entuerto, pero ni siquiera así hubo forma de contener el desplome. De no mediar la relajación local en los compases finales, el balance anotador del Caja Laboral podría haber sido sensiblemente menor. El aro se volvió ayer más diminuto que nunca.